Los populismos de centro-izquierda y de centro-derecha revitalizan la democracia

Aunque los académicos no se han puesto de acuerdo sobre cómo definir el populismo, la gran mayoría tiende a verlo como una desviación de la democracia y lo consideran la causa principal de la actual precariedad de los sistemas políticos de varios países. Sin embargo, en realidad el populismo, antes de considerarse un desvarío del orden democrático, debe entenderse como una dimensión constitutiva de la esfera civil que sustenta a cualquier democracia, explicó Jeffrey Alexander, profesor de la Universidad de Yale.

El populismo entre dos polos

Durante la conferencia magistral “The Populist Continuum from within the Civic Sphere to outside it”, que se llevó acabo el 23 de noviembre de 2020 en el marco de las celebraciones por el noventa aniversario del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Jeffrey Alexander planteó que lo que realmente amenaza las democracias es el radicalismo que acompaña al populismo, tanto en el extremo de la izquierda como en el de la derecha.

De acuerdo con esa visión, el populismo es un continuo que se extiende entre dichos polos, y las posiciones que gravitan en torno al centro, el populismo de centro-izquierda y el populismo de centro-derecha, en realidad son posiciones políticas que revitalizan a la democracia, señaló el académico.

El planteamiento se sustenta en análisis empíricos realizados por investigadores en diversos países, cuyos resultados fueron reunidos por Jeffrey Alexander, Peter Kiviso y Giuseppe Sciortino en un libro de próxima aparición, Populism in the Civil Sphere. A todos ellos los animó la preocupación de ver más allá de lo que aprehende la ciencia política y observar la democracia desde la perspectiva de la sociología cultural.

Las expresiones populistas y la esfera civil

Para el doctor Alexander, las polarizaciones que tienden a caracterizar el populismo, incluyendo a las que efectivamente ponen en riesgo a la democracia, muchas veces surgen en la esfera civil, como cuestionamientos de políticas que están teniendo efectos adversos.

Algo similar ocurre con otra tendencia populista preocupante, la de conferir autoridad representativa directamente a líderes carismáticos, de manera que ellos dejan de estar sujetos a los controles institucionales prescritos por el ideal normativo para evitar el abuso del poder. Ésta tendencia se origina por el déficit de representación de los partidos y los órganos democráticos, explicó el académico.

Dichas polarizaciones y tales modos alternativos de representación resultan de las propiedades de la esfera civil, principalmente de su autonomía con respecto al poder político, su pluralismo y su libertad comunicativa. Pero, también se suelen controlar unas a otras, en una especie de movimiento pendular, porque lo que las hace posibles, en primer lugar, es la denuncia de los efectos no democráticos de la política, señaló Alexander.

Dinámicas populistas que revitalizan democracia

En otras palabras, las dinámicas que se generan entre los populismos de centro-izquierda y de centro-derecha finalmente contribuyen a un mejoramiento gradual de la democracia. El problema real para la democracia se da cuando, en lugar de esas dinámicas, se impone uno de los populismos extremos, entonces, no sólo se afecta efectivamente la estructura democrática de gobierno, sino que se cancelan las ya señaladas propiedades de la esfera civil, afirmó Alexander, y agregó que, la verdadera amenaza para la democracia no es el populismo, sino el extremismo.

Lo anterior quiere decir que, para nuestro conferencista, la democracia no sólo es un tipo de gobierno, sino sobre todo una forma de vida, como lo era para John Dewey. Esta conclusión se sustentó en una revisión de los pensamientos clásico y moderno sobre la noción de democracia y se estructuró como parte de un diálogo entre los entusiastas y los escépticos del liberalismo.

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