Pasado y presente de la diversidad sexo-genérica

Fotografía: Miguel Pantaleón/ Ollin Pix

A través de los usos lúdicos y festivos del cuerpo, se pueden identificar los momentos de resistencia a la opresión en el pasado


La marcha del Orgullo es un evento que se ha llevado a cabo en México durante 42 años, a excepción del 2020 debido a la pandemia. Este año se realizó en un formato híbrido, combinando actividades en línea con presenciales, comentó Carlos Martínez Carmona, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
La primera manifestación de este tipo se realizó en 1971 como protesta por el despido injustificado de un empleado de una tienda departamental. En 1979 es la primera marcha del Orgullo Homosexual donde presentan varias demandas, dentro de las que se incluye el alto del acoso policial y la libertad de expresión y asociación, expresó el académico.

En la década de 1980 cambió el giro de la marcha debido al surgimiento del VIH-SIDA, en esos años, se le demandó al Estado la atención de los enfermos y que hubiera medidas de información y de salud. Sin embargo, debido al estigma que acarreaba la enfermedad en aquella época, muchas personas dejaron de asistir a la marcha, comentó Martínez Carmona.

Durante los años 90, con la aparición de los retrovirales, además de que a nivel social ya había más información sobre la sexualidad y la manera de transmisión del virus, emergieron nuevos grupos identitarios que tenían diferentes necesidades. La marcha se convirtió en una válvula de escape para la comunidad, lo cual se manifestó a partir del uso de disfraces como una forma de expresión, afirmo el investigador.
Al final de esta década suceden varios eventos relevantes; se presenta el primer carro alegórico en 1997; los familiares comienzan a participar en la marcha; y por primera vez la manifestación llegó al Zócalo de la Ciudad de México en 1999, señaló Martínez Carmona.

Hoy, la Marcha del Orgullo es una forma de mostrar la energía y la fuerza del movimiento LGBTQ+. Es una manifestación compleja en la que confluyen la exigencia de derechos con los intereses mercantiles. Asimismo, en este acontecimiento se articula la permanente necesidad individual de autoexpresión con la denuncia de las diferentes exclusiones vividas en razón de las identidades sexuales y de género, concluyó el académico.

Una historia lúdica

Para entender los avances que la causa LGBTQ+ ha tenido en los últimos 5 o 10 años, es necesario voltear al pasado para observar los momentos en que se resistía a la opresión a través de los usos lúdicos y festivos del cuerpo, afirmó Santiago Inausti, académico de la Universidad de Buenos Aires

En el pasado la feminidad tenía un anclaje ontológico en la expresión de la homosexualidad. La fiesta y el escándalo era una forma de resistencia, explicó el académico.

Estas radicalizaciones tienen en los setenta, una ligación muy fuerte con la izquierda y en algunos casos con la izquierda armada. En aquella época se consideraba que la revolución sexual estaba inevitablemente ligada a la revolución social, ya que una sociedad liberada era la única manera de fisurar la misoginia y el machismo, afirmó el académico.

En los años ochenta surge una masculinidad gay totalmente diferente, a diferencia de la década pasada, en la política se empieza a pensar en la ciudadanía. Es en este contexto donde surge la estrategia de la visibilización; mientras más se expongan los disidentes sexo-genéricos en el espacio público, mostrando que son iguales que todos, los heterosexuales verían que no valía la pena discriminar, aclaró Inausti.

Para que esta estrategia funcionara era necesaria la producción de un sujeto visible. El escándalo la promiscuidad ya no servía, es entonces que se transforman, se masculinizan. Comienzan a aparecen en los medios de comunicación, asimismo en aquella época el amor romántico entra en la narrativa, explicó el investigador.

El amor fue el principal dispositivo legitimador para las demandas del colectivo LGBTQ+ en el espacio público, sobre todo en relación con el matrimonio igualitario, señaló Inausti.
En la actualidad los hombres y las mujeres heterosexuales se están dejando de casar. En cambio, las relaciones homosexuales transicionan a relaciones enfocadas al amor, es decir, ambas facciones acaban teniendo relaciones similares, lo que fortalece el argumento que busca la igualdad, señaló el académico.

Diversidad sexual en la historia.

Entender los significados entregados en el pasado al binarismo base, las relaciones de poder jerárquico entre lo masculino y lo femenino y las formas de heterosexualidad in situ, nos permiten hipotetizar en la lectura dada al transgresor, afirmó Nathaly Rodríguez, académica de El Colegio de México.

El marco interpretativo con el que escrudiñamos el pasado está atravesado por una certeza heteronormativa que da por hecho su hegemonía, lo cual se traduce en la incredulidad de que existan huellas de las disidencias sexo-genéricas en el pasado.

Por un lado se da por hecho que la exigencia de la heterosexualidad es una regla mayoritaria, de manera que el disidente estaría marginalizado y en una situación precaria, y por otro lado, la norma establece que los disidentes serían sujetos temerosos de violentar la hegemonía de la heterodoxia del género, por lo que estarían avergonzados de su situación y actuarían muy poco para procurarse la vivencia de sus deseos, y en caso de hacerlo lo harían en espacio de oscuridad y anonimato.

Para la académica, si queremos avanzar en estos estudios debemos agregar factores desestabilizantes que nos abran la opción de la exploración histórica; preguntarnos cuándo y a quién se exigía la heterosexualidad, si había permisos culturales para formas híbridas del deseo, cómo actuaban en ese período las instituciones que hoy limitan esas formas de expresión sexo afectivas.

Esto nos permitiría entender cómo las sociedades del pasado trataban con esas disidencias y ver los resquicios por donde podía fluir la libertad disidente. Las aproximaciones a estas historias implican la deconstrucción de los historiadores en funcionamiento de las sexualidades.

Estas reflexiones se llevaron a cabo durante la mesa redonda “Todos los amores, todos los derechos”, que se realizó el 28 de junio de 2021, con motivo de la Semana del Orgullo en la UNAM, organizado por la Comisión Interna de la Igual de Género del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. El video del evento se puede consultar en https://youtu.be/NfYjQPJ1ppQ


Imágenes del evento


Video del evento

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