Autonomía universitaria: latidos del conocimiento en México

Fotografía: Caros Antonio Sánchez

La autonomía universitaria abre la puerta al análisis y discusión de ideas diversas, también a la generación de conocimiento y a que miles de estudiantes formen parte de una institución que impulsa el desarrollo económico, político y social del país.

“La autonomía es un espacio en el que se les enseña a los seres humanos a usar la palabra, a usar la reflexión, antes que cualquier otro instrumento o mecanismo de violencia”, argumentó Pablo González Casanova, durante la ceremonia de entrega del Reconocimiento Autonomía Universitaria en 2019.

De las más de 40 instituciones públicas que hoy poseen autonomía como parte fundamental en su identidad, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la obtuvo un día como hoy, de hace 95 años, cuando el 26 de julio de 1929 fue declarada autónoma. En ese momento la Universidad experimentó cambios importantes que la obligaron a mirar hacia horizontes de responsabilidades y obligaciones que surgieron con esa nueva vida académica, la de la libertad.

En aquella época, la nueva identidad autónoma, otorgó a la UNAM una imagen distinta, nuevos espacios, modernidad, aspiración a un alto nivel académico y la posibilidad de reunir modularmente espacios de investigación, aulas de clase, bibliotecas y una arquitectura única.

“Una universidad aporta más cuando el Estado evita la tentación de intervenir sus decisiones, por convicción o por limitaciones legales y eso es precisamente lo que significa la autonomía universitaria”, explicó Fernando Castaños Zuno, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, durante la conferencia “Las razones de la autonomía universitaria”, el 23 de noviembre de 2021, en el marco del foro “Las razones de la autonomía universitaria”, coordinado por Hira de Gortari y Roberto Rodríguez, investigadores del IIS-UNAM.

Durante la misma conferencia, la investigadora del IIS-UNAM, Silvia Inclán Oseguera, argumentó que “a los universitarios de hoy, dentro y fuera de la UNAM, sólo nos toca cuidarla y defenderla, para los que siguen”. De acuerdo con Inclán, este carácter de la autonomía, está ligado con la imparcialidad y la objetividad, “son principios vitales para la investigación y la búsqueda del conocimiento, para la enseñanza y la difusión de la ciencia y la cultura, que son las funciones de la universidad”.

La autonomía universitaria en América Latina, un concepto complejo con múltiples interpretaciones, se centra en el autogobierno, la libertad académica y la independencia financiera de las universidades. Surgida a finales del siglo XIX y principios del XX, esta idea ha sido moldeada por diversos contextos y se ha convertido en un elemento clave que define la universidad latinoamericana actual.

Renate Marsiske Schulte, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, explica en su artículo “Historia de la autonomía universitaria en América Latina”, de 2004, que “la autonomía universitaria es una configuración original que da forma a la universidad latinoamericana de hoy y es una institución auténticamente latinoamericana”.

Si bien la relación entre universidad y Estado es necesaria, el trabajo académico y de producción de conocimiento no puede estar subordinado a los intereses del Estado, Alcira Aguilera Morales, investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia, escribe en su artículo titulado “Autonomía universitaria: asunto público de interés privado”, de 2016, que “es necesario resaltar que la relación entre universidad y Estado es una relación necesaria pero que no puede supeditar el trabajo académico, investigativo y de producción de conocimiento a los intereses del último”.

Roberto Rodríguez Gómez, investigador del IIS-UNAM, escribió en la revista Nexos, en 2021, que la autonomía universitaria, garantiza la libertad y el avance del conocimiento, “el ámbito de libertad que caracteriza a la autonomía universitaria ha demostrado ser el ambiente más propicio para la discusión de ideas, el avance del conocimiento y la formación de generaciones que han impulsado el desarrollo económico, político y social del país. Por ello, la defensa de la autonomía es, como indica expresamente la Carta Magna del país, una responsabilidad que compete a todos los universitarios y que, por cierto, obliga al Estado”.

La autonomía universitaria en América Latina es más que autogobierno y libertad académica, es un espacio de diálogo, un motor de progreso y un legado a proteger, por ello, es fundamental para la libertad de pensamiento, la búsqueda imparcial del conocimiento y el desarrollo integral de la sociedad. Su defensa, que es responsabilidad de los universitarios y del Estado, asegura el futuro de la educación superior y el progreso de la región.

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