Sólo tiene tiempo para escuchar aclamaciones y beneplácitos. El Presidente de la República destina varias horas diarias a perorar, la mayor parte de las ocasiones sin hacer anuncios ni ofrecer explicaciones que no se hubieran conocido antes, pero no dispone de unos minutos para recibir a los familiares de las víctimas de la violencia. El calendario y el reloj no alcanzan cuando se trata de encuentros que le incomodan. Para el licenciado López Obrador la pluralidad es como la erisipela y la rehuye con una mezcla de soberbia e intolerancia, pero también de rechazo y temor a los puntos de vista que no son idénticos a los suyos. Ahora esa conducta se contagia y exacerba entre sus partidarios más exaltados
Fuente: Crónica
Fecha de publicación: 27 de enero de 2020
Mención: Raúl Trejo Delarbre
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