Ante la masacre del 68, la derecha católica guardó silencio

Fotografía: Manuel Gutiérrez Paredes / Archivo Histórico de la UNAM
Durante los años 60 una parte de la Iglesia seguía en la derecha anticomunista y la otra apostaba por una izquierda integracionista

La década de los años 60 estuvo marcada por un clima ideológico anticomunista y, pese a que en esta época se dio cierta apertura a la modernidad, el Pontífice llegó a considerar el comunismo como intrínsecamente perverso, afirmó Austreberto Martínez, investigador Instituto Cultural Helénico.

El discurso oficial del gobierno y la prensa nacional sobre los movimientos juveniles “giraban en torno a que el Partido Comunista de México (PCM) era una confabulación internacional en donde los jóvenes eran los títeres de fuerzas extranjeras que querían desestabilizar a México y se perdieran de las olimpiadas”, explicó Marta Eugenia García Ugarte, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM (IIS-UNAM).

En 1960 el campo católico vivía una reconfiguración identitaria, una parte de la Iglesia seguía en la derecha radical anticomunista y la otra estaba apostando por una izquierda integracionista. Los jesuitas comenzaron a liberarse y a realizarse en México, “una parte minoritaria de la Compañía de Jesús comienza a cambiar, esto implicó ir a la universidad, enamorarse, criticar, involucrarse en el movimiento del 68, sin embargo, nunca hablaron de su sexualidad”, expresó Fernando González, investigador del IIS-UNAM.

En aquella época la jerarquía eclesiástica se dividía “entre quienes pretendían una visión conservadora en continuidad con las posturas anticomunistas de los años anteriores, y otros que intentaban tener una posibilidad de diálogo hacia la paz, de acuerdo con la temática y el discurso de los derechos humanos”, afirmó Austreberto Martínez.

El Movimiento Estudiantil Profesional (MEP), organización jesuita de izquierda, fue un grupo liberador que apoyó a los estudiantes en sus protestas, también criticaron el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y a la jerarquía de la Iglesia católica por su silencio ante lo ocurrido en el 68. No obstante, no aparecían en los periódicos, los únicos que conocieron sus acciones colectivas fueron quienes las presenciaron, afirmó García Ugarte.

Estas reflexiones se realizaron en el marco del ciclo de actividades académicas “Las ciencias sociales ante el 68”, coordinado por Miguel Armando López Leyva, director del IIS-UNAM.


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