* Los movimientos sociales contemporáneos transgreden los parámetros de los movimientos tradicionales
Ciudad de México, 26 de octubre de 2017. – Los movimientos sociales contemporáneos son una respuesta a las consecuencias del modelo neoliberal y se enmarcan en los procesos de tecnificación en América Latina, mencionó Héctor Andrade, investigador del Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM.
En la actualidad, los movimientos juveniles han modificado la forma de manifestarse, ahora buscan una horizontalidad, erradicar la idea del líder, han retomado asambleas, y retoman la figura de los portavoces como forma de representación temporal rotativa, para no empoderar a ningún individuo. Asimismo, actúan en colectividad, y buscan la mayor participación de sus integrantes, explicó el investigador.
A partir del trabajo de investigación con movimientos juveniles contemporáneos en México y Brasil, Andrade identificó que los movimientos juveniles contemporáneos son transgresores, desafían a las instituciones tradicionales, ponen en disputa la producción de la cultura política, suelen definirse como antisitémicos y surgen a partir de afectaciones directas.
En Brasil y México surgen movimientos con características y acciones muy parecidas, surgen a partir de una inconformidad con acciones del Estado, y se desarrollan a partir de una herencia de aprendizajes y de prácticas que van acumulando de movimientos anteriores, señaló el académico.
En México, esta herencia viene de las prácticas del movimiento zapatista y el de la huelga de 1999, afirmó Héctor Andrade, con base en su experiencia como observador participante en los movimientos #Yosoy132 y #TodosSomosPolitecnico, en México, y en Pase Libre y Secundaristas de Brasil.
Sin embargo, el aprendizaje también se da en el Estado que aprende de movimientos anteriores para reprimir los actuales. Mediante policías cibernéticas, políticas públicas sobre el control de la transmisión de información en redes sociales, capacitaciones de granaderos para saber actuar frente prácticas de estos movimientos, se busca el control más efectivo y la represión se naturaliza, con mayor frecuencia se considera normal que la protesta tiene que quebrarse en algún punto por la represión policial, concluyó el investigador Andrade.
Estas reflexiones se llevaron a cabo durante la última sesión del año del Seminario “La crisis, el poder y los movimientos sociales en el mundo global”, coordinado por Javier Aguilar, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
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Fotografía de portada: MaloMalverde
Departamento de Difusión del IIS-UNAM