Los relatos inclusivos para personas con discapacidad enmascaran prácticas normativas y segregadoras
A pesar de que los relatos inclusivos para personas con discapacidad son cada vez más comunes en estrategias de mercadotecnia, campañas políticas, y la industria del modelaje, en realidad enmascaran prácticas de segregación. La inclusión es una de las improntas del proceso de civilización-colonización, quienes se encuentran en posición de incluir establecen los parámetros de ingreso y permanencia sobre las formas de vida que serán admitidas, dentro de ciertos límites y esquemas, afirmó Jhonatthan Maldonado Ramírez, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco.
Mediante su investigación, el también activista buscó caracterizar la discapacidad como “una singular experiencia que desestabiliza la noción común de éxito y felicidad, y comprender cómo se despliegan una serie de expectativas culturales, que buscan hacer de las personas con discapacidad un testimonio viviente del entusiasmo, la superación y la positividad frente a la desigualdad social”.
El capacitismo como dispositivo de poder
La precarización demanda un comportamiento propositivo y resiliente frente al panorama de inseguridad y desesperanza que envuelve a la población, para las personas con discapacidad una actitud positiva se fija como requisito afectivo, para preservar una imagen de salud, adaptación y normalidad.
Sin embargo, el hecho de la actitud personal es rebasado por el capacitismo, el cual involucra una combinación de ideas, prácticas, instituciones y relaciones sociales que imponen un tipo de cuerpo como modelo y pieza clave para el progreso de la sociedad. “El capacitismo es un régimen biopolítico del orden, autocontrol, compostura, eficiencia y funcionalidad. Un dispositivo de poder que conduce al ideal del humano viable, estándar y deseable”, explicó Maldonado, retomando la Teoría Crip que concibe la discapacidad como efecto de la historia del capacitismo.
Contra la competencia emocional
Una de las paradojas del neoliberalismo son las prácticas de dispersión, que llevan a pensar que los problemas son responsabilidad individual y no un asunto estructural, la desigualdad social es un ejemplo de ello. Frente a este panorama, antes que promover conciencias inclusivas, es fundamental generar prácticas anticapacitistas, expresó el investigador.
El optimismo cruel de los estímulos inspiracionales
De acuerdo a Lauren Berlant, el optimismo cruel es la vinculación afectiva a rendirse ante el objeto del deseo, el cúmulo de promesas, y cuya búsqueda es imposible o demasiado dañina. “Lo cruel es el desgaste y sometimiento singular de las personas con síndrome de down, dentro de sus propios contextos y posibilidades, por una serie de expectativas que quizás nunca lleguen a alcanzar”, refirió Maldonado.
Los estímulos inspiracionales son parte crucial del pensamiento positivo, que a su vez instaura al neoliberalismo, esta forma de gobierno establece una concepción patológica de la desobediencia, así los sujetos reacios a ser funcionales, distantes, felices y obedientes, son catalogados con posible Trastorno Negativista Desafiante (TND), pero “asumir el TND en virtud de un posicionamiento Crip, significa asumir el fracaso como la posibilidad creativa y cooperativa de estar en el mundo”, expresó el investigador.
Esta conferencia se llevó a cabo el 12 de agosto de 2019 en el marco del II Ciclo de conferencias sobre desigualdades de género. Género, cuerpo y salud, coordinado por Karina Bárcenas, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Fotografías del evento
Video del evento
Prestadora de servicio social en el Departamento de Difusión del IIS-UNAM (marzo-septiembre 2019)