Categoría: 100 años 100 voces

Magdalena Gómez

A Don Pablo lo conocía como el autor que a tantas generaciones nos ha nutrido con su vasta obra intelectual con ejes centrales como las relaciones sociales de explotación, las estructuras del colonialismo interno, la lucha por la democracia, la soberanía de América latina su cercanía con Cuba y en especial con Fidel y tantas propuestas que no cesan porque continúa su enorme capacidad de elaboración como el reciente texto sobre Epistemología y animal político. Tengo la fortuna de tratarlo de manera personal desde hace veinticinco años, a raíz de mi participación en el Grupo Paz con Democracia promovido por él y por Luis Villoro (+). Ha sido un activo promotor de análisis y debates que culminaron con un Llamamiento a la Nación Mexicana, difundido hace ya 14 años. He valorado su inquebrantable compromiso político la paciencia para lograr que colocáramos la mirada en un horizonte más trascendente que el relato de la coyuntura, con energía para sostener sus puntos de vista y a la vez escuchar los nuestros.

José Luis Reyna

Corría el año 1960. Cursaba mi segundo año de sociología en la entonces Escuela, no Facultad, de Ciencias Políticas y Sociales. Tuve como profesores a Víctor Flores Olea, Francisco López Cámara, Horacio Labastida y a Don Pablo. De todos ellos aprendí mucho pero, tengo que subrayarlo, quién me enseño a pensar fue el maestro González Casanova. Él impartía el curso sociología de México. Don Pablo fue mi maestro. Es mi maestro. No tengo palabras para agradecerle lo que ha significado su presencia en mi vida profesional. No me queda más que afirmar mi admiración por tan ilustre personaje.

John Saxe-Fernández

Desde lo más hondo, celebro los cien años del Doctor Pablo González Casanova, una vida de pleno ejercicio de conciencia crítica acerca de la letalidad que el capitalismo tal y como lo conocemos tiene sobre la vida planetaria. A la vigencia de su pensamiento, cabe mencionar su papel como innovador y sostén de la hermandad entre las ciencias naturales, la ciencia social y las humanidades, alentando una integridad interdisciplinaria absolutamente indispensable al diagnóstico y prognosis de la condición humana y su futuro, siempre en plena batalla por la conciencia nacional, latinoamericana, caribeña y mundial.

Alicia Ziccardi Contigiani

Es indiscutible la vigencia y actualidad de las aportaciones que el Dr. Pablo González Casanova ha realizado en el área de las Ciencias Sociales, pero para quienes nos formamos en América Latina, en la convulsionada década de los años setentas, sus valiosas contribuciones tienen un particular significado porque se inscriben en una corriente de intelectuales de la región que señalaron nuevas rutas conceptuales para comprender la naturaleza de nuestras frágiles democracias y las condiciones de pobreza y marginalidad en la que vivían la mayoría de las familias trabajadoras de nuestras sociedades. Una década después, cuando ingresé al Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM como investigadora, el Dr. Pablo González Casanova me dio la oportunidad de publicar en uno de sus libros un primer artículo sobre la crisis y la política urbana del estado mexicano. Por ello en este emotivo festejo quiero expresar no sólo admiración por su obra y su gran compromiso social sino también un profundo agradecimiento personal.

Fernando Vizcaíno Guerra

Con frecuencia, entre lo que pienso y hago o entre lo que escribo y recuerdo, de alguna manera hago referencia a la vida y obra de Pablo González Casanova. Mis meditaciones tienen dos fuentes esenciales. La primera, el contacto personal de nuestros fugaces encuentros, antes de la COVID-19, en los pasillos del Instituto de Investigaciones Sociales en donde, además de un cordial saludo, en ocasiones compartimos alguna reflexión sobre la vida política en México o de México en el mundo. La otra fuente, de horizonte más amplio, está relacionada con mi lectura de La democracia en México, publicado en 1965, que de alguna manera fue la respuesta latinoamericana a El hombre Político, la obra de Seymour Lipset aparecida en 1960 en Estados Unidos. El problema de entonces sigue siendo el problema de hoy: ¿cuáles son las condiciones para una democracia estable? La obra de González Casanova todavía nos confronta con el problema de la modernidad política en México o, mejor, el problema de la modernidad democrática que se empalma con las tradiciones coloniales y formas caudillistas que conservamos entre nuestras instituciones.

Hugo José Suárez Suárez

Fue en algún momento de los años noventa. Como joven estudiante de licenciatura en sociología, acudí a la conferencia de uno de los más destacados académicos de la época: Pablo González Casanova. Su nombre ya recorría las aulas y las lecturas de los seminarios, y mi biblioteca personal albergaba alguno de sus libros. Tuvieron que pasar varias décadas para volver a encontrarme con él en la misma institución. Ni bien entré a trabajar al Instituto de Investigaciones Sociales, fui a visitarlo para platicar de sociología, política, utopías, conceptos. Generoso, leyó alguno de mis textos y me hizo comentarios. Son muchos los aprendizajes recibidos, me quedo con dos: la rigurosidad científica no peleada con un pronunciamiento político, y su crítica al poder sin concesiones y sin importar quién sea el responsable de los abusos.

Sergio Sarmiento Silva

7230248-8 es mi número de cuenta como miembro de la primera generación del CCH-SUR y que en este mes de abril cumplirá 50 años. Gracias a la visión del Dr. Pablo González Casanova, muchos jóvenes de aquellos años, como yo, no hubiéramos tenido la oportunidad de ser universitarios y todo lo que ello implica, si no se hubiera abierto el sistema CCH. Yo no lo hubiera conocido y, mucho menos, participado en varios de los seminarios que organizó a finales del siglo pasado y tampoco, haber aprendido todo lo que se discutió en ellos y que formaron parte de varias colecciones de libros como por ejemplo “Los movimientos sociales”, estudio pionero y sistemático sobre una perspectiva de análisis de la realidad social, “Las democracias emergentes”, “El sistema político mexicano de la A a la Z”, “La Biblioteca México: Actualidad y perspectivas”. Una de las ideas que se me quedó grabada en la invitación a esos seminarios fue, en palabras de Don Pablo, la de dejar atrás “la pereza sociológica” que impide ir a lo “real increado”. Su insatisfacción por esa “realidad” actual y su constante búsqueda de lo nuevo lo ha llevado a ir siempre a contracorriente. Don Pablo gracias por sus enseñanzas. Larga vida al comandante Contreras.

María Luisa Rodríguez-Sala

Cuando Don Pablo era director del Instituto de Investigaciones Sociales me mandó llamar para proponerme me hiciera cargo de la investigación sobre las instituciones científicas nacionales, recuerdo que sus palabras fueron: “María Luisa, con esta investigación iniciará usted una línea de investigación de la cual nunca se va a arrepentir, la sociología de las actividades científicas es necesaria en nuestro medio académico, aprovéchalo y ponga en marcha esta línea”.
Al cabo de más de 50 años agradezco a Don Pablo esa sugerencia y esa oportunidad, en verdad nunca me he arrepentido de haber trabajado en esa área de la sociología, de la cual, bajo su mirada inicial he seguido investigando en ella. Me uno al homenaje por su centenario y sobre todo por su vitalidad y presencia. Muchas gracias, Don Pablo

Raúl Romero Gallardo

Llevaba dos años trabajando como becario en el equipo del Dr. Pablo González Casanova, en el Instituto de Investigaciones Sociales. En aquel tiempo me encontraba cursando los últimos semestres de la carrera de Sociología. Conocía la obra de Don Pablo desde mi paso por el CCH y en la licenciatura es un referente obligado. Luego de acumular confianza, me animé a entregarle a Don Pablo un ensayo mío que acababa de publicarse y en el que reflexioné sobre el poder y el zapatismo. El Dr. González Casanova lo recibió y palabras más, palabras menos, me dijo: “qué bueno que ya está usted publicando”. Al día siguiente el ex Rector pasó a mi cubículo y me pidió que fuera a su oficina. Tomé mi libreta, mi pluma y nervioso, fui de inmediato. Charlamos por casi una hora sobre sus proyectos académicos. Al final de la reunión me dijo que había leído mi ensayo y me lo devolvió lleno de anotaciones. También me regaló el libro “Las enseñanzas de Juan de Mairena” de Antonio Machado y me contó que él había escrito más de siete veces un libro. Salí de su oficina muy emocionado y confirmé lo que ya sabía y muchos decían: Don Pablo es un gran maestro.

Ricardo Pozas Horcasitas

Mi relación con el Dr. Pablo González Casanova se inició a los diecinueve años, cuando entré como su becario en el IIS-UNAM. Me incorporé a su investigación principal sobre la Violencia Política en América Latina (1945-1970). En 1970 fue nombrado Rector de la UNAM y en 1972 regresó a su cubículo en el IIS reincorporándose a su trabajo de investigación y continuando en su trabajo con el principio moral fundador de las ciencias sociales: el papel ético que obliga al investigador en la búsqueda de la verdad y el compromiso moral del científico con la libertad social y política, principio que se vuelve fundamento moral de la conducta diaria del científico como ciudadano, precepto de valor ético que Don Pablo ha ejercido a lo largo de su vida, dando fundamento a sus actos académicos y posiciones públicas. Exigencia de conducta que ha trasmitido a los que hemos compartido con el maestro, todos estos años.

Humberto Muñoz García

En la memoria. Muy querido Don Pablo: Desde 1962, cuando ingresé a la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que estaba bajo su dirección, era evidente su presencia intelectual. Como sociólogo y como universitario me congratulo de conocerlo y de haber sostenido con usted diálogos académicos y amistosos que me permitieron constatar su vocación de maestro. Atesoro con afecto un ejemplar de su libro La Democracia en México, que usted me dedicó y firmó. Durante mi vida como sociólogo he seguido su obra con el mayor detalle. Su pensamiento constituye un referente de estudio para las ciencias sociales contemporáneas; sus aportes han sido de gran importancia, particularmente en México y Latinoamérica. Recuerdo que Joseph Kahl calificó su obra “Sociología de la Explotación”, como una de las tres más importantes en la región, equiparándola con la de Gino Germani sobre la Teoría de la Modernización, y la de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Falleto sobre la Teoría de la Dependencia.

Verónica Montes de Oca Zavala

Para mí, el legado de Don Pablo González Casanova en la UNAM trasciende a numerosas generaciones y a estudiosos de la democracia, la formación de recursos humanos en ciencias y humanidades, la investigación y el compromiso de las ciencias con los grupos de la población más vulnerados por la injusticia y la desigualdad. Don Pablo González Casanova es un longevo ejemplo de coherencia en la vida, humildad, entrega universitaria y un envejecimiento saludable, activo y digno.