La conformación de redes de pequeños productores y consumidores es una vía para mantener la riqueza de recursos genéticos
Tan sólo en la mixteca oaxaqueña se pueden encontrar 34 especies de hierbas comestibles de recolección conocidas como quelites, 18 especies de frutas silvestres (como el aguacate o la ciruela), 14 especies de hongos y 12 especies de insectos comestibles. En el territorio nacional, tanto en zonas húmedas como secas, se registran una enorme diversidad de especies (plantas y animales) y cultivos que constituyen una riqueza de recursos genéticos generada a lo largo de la evolución, dicha riqueza se denomina agrobiodiversidad, afirmó Elena Lazos Chavero, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Actores de la agrobiodiversidad
A nivel nacional hay 64 razas de maíz, una gran variedad de frijoles y calabaza, sin embargo, dicha diversidad no solo se genera a través de cada año de cultivo, sino también por una cuidadosa recolección hecha por los agricultores. Los pequeños productores tienen grandes conocimientos sobre las ventajas y desventajas de cada una de las variedades, tan solo el maíz blanco tiene múltiples variantes como el olote grueso y delgado, el maíz de tierra caliente o de tierra fría, variedades que se seleccionan según la características del ciclo. Los campesinos utilizan la diversidad de las especies para sortear los riesgos, para hacer frente a una helada o a una sequía, señaló la investigadora.
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Pilares de la agrobiodiversidad
Una de las formas de conservación genética es a través de los bancos de germoplasma o bancos de semillas, sin embargo los pueblos y las comunidades campesinas son los lugares privilegiados para mantener la agrobiodiversidad. Si en dichas comunidades no hay seguridad social, si no se tiene suficiente información ni capacidad organizativa la agrobiodiversidad se pone en riesgo, expresó Lazos.
Asimismo, el fortalecimiento de las identidades territoriales en dichos lugares es central para conservar la riqueza de recursos genéticos, afirmó la investigadora, y agregó que, otros pilares de la agrobiodiversidad son el respaldo jurídico (normas y leyes de protección) y la conformación de comunidades rururbanas formadas por grupos de campesinos y consumidores responsables que se articulan en redes.
El monopolio global
En el mundo existe un monopolio agroindustrial que controla diversos aspectos del proceso agrícola como las semillas, los agroquímicos, la maquinaria, la asesoría técnica, la comercialización, el financiamiento, los graneros, los molinos, el transporte, las industrias nacionales, etc. Dicho monopolio agroindustrial suele estar ligado con las autoridades para extender el uso de sus productos como en el caso de las semillas y los fertilizantes, expuso la investigadora.
Por otro lado, se observa cómo estas compañías se están apropiando de los recursos genéticos e incluso de los nombres tradicionales. La agrobiodiversidad debe tener equidad y justicia, estar en manos de los campesinos, ya que la pérdida de la agrobiodiversidad genera vulnerabilidad para los pequeños productores, si se pierde la cosecha se arriesga su subsistencia, afirmó Lazos.
La conferencia de Elena Lazos se llevó a cabo el 20 de septiembre de 2019 en el marco del seminario Cultura y Representaciones Sociales, coordinado por Gilberto Giménez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Jorge A. González y Tommaso Gravante, investigadores del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.
Fotografías del evento
Video del evento
Técnico Académico del Departamento de Difusión del IIS-UNAM | cabrera@sociales.unam.mx