Este mes de noviembre de 2021 terminó en Glasgow (Reino Unido) la reunión internacional COP26 [¿Qué es la COP?] en la que, una vez más, resultó evidente la incapacidad de los estados de comprometerse a acciones contundentes para enfrentar la peor crisis de la historia de la humanidad.
El problema del cambio o colapso climático que estamos viviendo, el cual es el resultado de la contaminación producida por el sistema de producción industrial y el iperconsumismo, se tiene que comprender no solo como un problema de políticas públicas y relaciones internacionales, sino también como una crisis a la que la humanidad no está siendo capaz de responder.
Desde la academia es entonces urgente esforzarnos para comprender cuáles son las razones de esta falta de respuesta colectiva. Si por un lado el activismo climático se ha visibilizado en estos últimos años, y nuevas generaciones se han sumado a las protestas y acciones para reivindicar justicia climática y enfrentar el problema del degrado de los ecosistemas, por el otro es aún escasa la población involucrada en esta lucha.
Es así que en el marco del seminario interinstitucional (CEIICH e IIS, UNAM ) “Emociones y Medio Ambiente”, el día 25 de noviembre de 2021, invitamos al Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, el Dr. José Antonio Corraliza , para que nos compartiera su experiencia y conocimiento desde la psicología social y ambiental en una conferencia titulada “Emociones y emergencia climática: Trampas y barreras psicológicas a la proambientalidad” (liga al vídeo).
Sin la pretensión de resumir el riquísimo contenido de la conferencia, quiero mencionar algunos conceptos y preguntas que se trataron en la conferencia, para animar a todas, todos y todes a verla, en estos últimos días del año, como estimulo para seguir reflexionando en el futuro próximo.
Aunque el tema central de la conferencia era la respuesta a la emergencia climática, se mencionó tanto el hecho de que estábamos platicando en el día contra la violencia contra las mujeres, como el contexto de la pandemia, la cual, como dijo el catedrático, es un trauma compartido, pero además está vinculada con la crisis socioambiental y climática.
Entre las emociones de la que habló el psicólogo social, se trató la ecoansiedad, la cual ya es un trastorno reconocido por la Asociación Americana de Psicología (APA). El estado crónico de ansiedad que muchos experimentan al vivir la emergencia climática tiene que ver con la angustia colectiva que genera la incertidumbre de vivir en un mundo que ya perdió su equilibrio climático.
El catedrático también mostró cómo la compasión y la preocupación son importantes, pero no suficientes, para reaccionar frente al problema. De la misma manera, el dolor climático que se puede sentir al conocer los datos de la devastación ambiental o al verla de primera persona cuando por ejemplo se presentan eventos meteorológicos extremos como inundaciones o sequías que provocan incendios, y que nos pone frente a la realidad de que hay paisajes y especie que nunca volveremos a ver en la vida, tampoco es suficiente, porque puede deprimirnos y paralizarnos. En fin, todas las emociones pueden influir positiva o negativamente en la respuesta al problema, por eso tienen que ser incluidas en el entendimiento del problema, empezando a identificarlas y nombrarlas, hasta llegar a compartirlas y manejarlas
Frente a las soluciones “simplista” de que la gente no responde(mos) al cambio climático porque “no quiere, no puede o no sabe”, tenemos que explorar cuáles son los procesos psicológicos, sociales y culturales que alimentan la inacción. El Dr. Corraliza mostró cómo también la información es importante, pero depende de cómo y quién la comunica, ya que esta información también genera emociones. También mostró como la mejor educación ambiental es la acción ambiental misma, porque las personas reproducimos lo que vemos en nuestro entorno.
Finalmente, también se habló de esperanza, y el ponente nos compartió algunas estrategias para superar las diferentes trampas y barreras que dificultan la acción proambiental.
Las palabras finales del Dr. Corraliza no solo fueron esperanzadoras, sino que también motivaron a reflexionar sobre la importancia del amor hacia la naturaleza como motor de cambio, y la importancia no solo de encontrar respuestas a nuestras interrogantes, sino también de seguir poniéndonos buenas preguntas.
Esperamos que esta conferencia sea una oportunidad para abrir más espacios de reflexión colectivos y transdiscplinarios, es decir, no solo entre académicos de diferentes disciplinas, sino entre toda la población, independientemente de nuestros conocimientos y experiencias, porque la emergencia climática nos afecta a todas y todos y si no hacemos nada, de todos modos, la sufriremos, al igual que estamos sufriendo por la pandemia de Covid-19.
Si no pudieron ver la conferencia, el video está disponible en esta liga: https://www.youtube.com/watch?v=dUT4DpkV8L4
Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM