Los testimonios de mujeres visibilizan las tensiones sobre las diferencias de género dentro de un movimiento armado
En octubre de 1973, Minerva Armendáriz, exmilitante del grupo armado Movimiento Acción Revolucionaria (MAR), es detenida ilegalmente a los 16 años y embarazada, es desaparecida y sufre tortura. Treinta años después, en conmemoración de la ejecución de su hermano Carlos David, militante del Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz (GPGAG), decide romper el silencio con la redacción del libro Morir de sed junto a la fuente (2001).
El libro es el primer testimonio publicado por una mujer del movimiento socialista en México, que si bien surge como homenaje a su hermano, plantea otras dinámicas de construcción, “tomando el término de Steve Stern, memorias sueltas pero que en este caso las llamaré emergentes ya que aparecen de forma liminal y anuncian nuevas entradas y reconfiguraciones del pasado”, explicó Aurelia Gómez Unamuno, académica de la Universidad de Haverford.
Quién recuerda, cómo recuerda y en qué momento recuerda
Si bien el objetivo de Armendáriz es traer a la luz el episodio de la persecución de los movimientos armados, también aborda en su obra lo que significó perder a su hermano, las razones para unirse a la lucha, la experiencia de la tortura y la marca que esta dejó. El olvido no es una opción y al escribir paga su deuda con la vida, sin embargo en su testimonio llama la atención que el recuerdo de Carlos David parece nublar la experiencia de Minerva como mujer y en la lucha armada, mencionó Gómez Unamuno.
Este hecho marca la idea que hay una suerte de hegemonía sobre quién puede ser visible y quién puede hablar sobre ciertos temas. Si bien el texto de Aremendáriz sigue las líneas de otros testimonios de exmilitantes que se centran en la reconstrucción de los hechos, este se enfoca en la reconstrucción de la experiencia de Carlos David, subordinando la historia de Minerva al papel de familiar dejando a un lado su propia experiencia, comentó la investigadora.
El análisis de los textos testimoniales escritos por mujeres militantes en los setenta nos permite cuestionarnos sobre la desigualdad de la producción de escritura, observar lo poco común que son los estudios que consideran a las mujeres como un agente de cambio histórico y social, expresó Gómez Unamuno, y agregó que, a partir de 2001, aumentó el número de mujeres que decidieron compartir su historia, abordando la construcción del testimonio desde la subjetividad femenina.
Los testimonios de mujeres visibilizan las tensiones sobre las diferencias de género durante la experiencia en un movimiento armado, a la vez que arrojan luz sobre aspectos menos conocidos como el mundo afectivo y la ruptura de género en una sociedad profundamente conservadora, comentó la académica.
Las mujeres guerrilleras no sólo han tenido que confrontar las consecuencias de la represión y la persecución estatal, si no también han tenido que luchar contra el silenciamiento. Estos testimonios han servido para la deconstrucción de los relatos oficiales y han presentado otra cara a la lucha armada más allá de las relaciones de poder de un Estado autoritario, de la estructura familiar y de los propios grupos armados, concluyo Gómez Unamuno.
Estas reflexiones se dieron durante la conferencia Memorias emergentes: los testimonios de las mujeres de la guerrilla de los setenta, coordinada por Eugenia Allier Montaño, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS-UNAM) en el marco del Seminario Historia del tiempo Presente. La conferencia se llevó acabo el día 7 de marzo de 2019 en el auditorio del IIS-UNAM.
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Video del evento
Técnica Académica del Departamento de Difusión del IIS-UNAM (2019-2022)