Hoy 13 de mayo se cumplen 115 años del fallecimiento de uno de los pensadores más prolíficos de la sociología y que, con embargo, ha sido relegado a un nimio –por no decir inexistente– lugar en los programas, departamentos y facultades de nuestras universidades. Me refiero a Gabriel Tarde. Y es importante recordar su figura puesto que el albor de la sociología en Francia, desde finales del siglo XIX, dibujó los trazos de los debates y controversias epistemológicas protagonizadas entre Gabriel Tarde (1843-1904) y Émile Durkheim (1858-1917) con lo cual se definirían las matrices principales para pensar y hacer la sociología durante gran parte del siglo XX. Estas cortas palabras, más que un análisis o reflexión sobre Tarde y su obra, son simplemente un pequeño homenaje por la contribución de sus ideas y categorías que nos permiten comprender la sociedad hoy. Por eso ubico a Tarde dentro de la utopía sociológica en el sentido de establecer un plan o proyecto deseable pero de difícil realización: el regreso de las ideas de Tarde como un incitante escenario para enriquecer la sociología contemporánea.
El retorno de Tarde a la esfera académica se inició hace varias décadas de la mano de Gilles Deleuze y ha continuado en importantes figuras de la teoría social como Bruno Latour y Maurizio Lazzarato. Este resurgimiento ha dado un nuevo impulso y con ello se ha generado una oportunidad para estudiar sus planteamientos de manera sistemática. Este texto es, entonces, una invitación a conocer al autor y a sumergirnos en su pensamiento.
La trayectoria de Tarde es compleja. Desde el inicio delimita y hace explícitas las bases generales a partir de las cuales desarrollará su rivalidad teórica con posturas como el darwinismo, evolucionismo, organicismo y la escuela lombrosiana. En el mundo sociológico, antes de la última década del siglo XIX, Tarde aún no era reconocido y su posición como magistrado de la provincia de Sarlat al suroeste de Francia lo alejaba del centro intelectual del país, que se encontraba en París.
La red intelectual de Tarde se empezó a constituir en el campo del derecho y de la criminalística ganando adeptos en estas áreas por las primeras ideas presentadas en la Revue philosophique y por sus obras La criminalidad comparada (1886) y La filosofía penal (1890). Las continuas publicaciones de Tarde en la revista mencionada, además de sus colaboraciones con la Revue d’économie politique, la Revue Scientifique, la Revue Internationale de Sociologie, la Revue bleue, la Revue de Métaphysique et de Morale y los Archives de l’anthropologie criminelle forjaron su creciente reputación. En 1890, cuando publica su libro Les lois de l’imitation, Tarde entra en la esfera del reconocimiento estrictamente sociológico.
En 1893 publicó Monadologie et Sociologie, obra fundamental que recoge algunos de los puntos centrales de su pensamiento y que serían desarrollados en sus posteriores publicaciones. Ese sería el último año de Tarde en su natal Sarlat pues en enero de 1894 se traslada a París para ejercer la Dirección de Estadística Judicial del Ministerio de Justicia (valga decir que los informes de esta entidad que se realizaron bajo la dirección de Tarde sirvieron de insumo estadístico para el libro Le suicide, que Durkheim publicó en 1897). Fue sólo a partir de su radicación en París cuando Tarde empieza a establecer vínculos reticulares en la sociología mediante títulos y actividades de prestigio: miembro del Instituto Internacional de Sociología, presidente de la Sociedad de Sociología de París, colaborador del Collège Libre de des Sciences Social y la École des Hautes Études Sociales, profesor de la cátedra de Filosofía Moderna en el Collège de France, y constantes participaciones en congresos como el de Antropología Criminal y el Congreso Internacional de Sociología en sus diferentes versiones.
Pero el cuadro de un Tarde exitoso y reconocido tuvo un importante bucle. En la sobria escena de la ciencia sociológica de mediados de la década de 1890 irrumpió un álgido debate entre las posturas teóricas de Tarde y de Durkheim. Esos trazos iniciales fueron el boceto de la pintura que predominó desde inicios del siglo XX y que nos han mostrado (enseñado) en todas las facultades y departamentos de sociología. En aquel cuadro aparece como único y triunfal protagonista Durkheim, cuyas ideas fueron la base para completar la representación de lo que hoy llamamos sociología clásica; pero ¿cómo sucedió esto?, ¿por qué Durkheim y no Tarde?
Ya las ideas de Tarde habían ganado un amplio reconocimiento no solo dentro de la sociología, sino también dentro de la criminología y la psicología gracias a sus obras precedentes La criminalité comparée (1886), La philosophie pénale (1890), Les lois de l’imitation (1890) y Les transformations du droit. Étude sociologique (1891). La disputa teórica entre Durkheim y Tarde inicia en 1893 cuando aquél, en su tesis doctoral De la division du travail social, critica algunas de las ideas consignadas en las primeras obras de Tarde. En ese mismo año, Tarde asumió la codirección de la revista Archives de l’antropologie criminelle, de criminologie et de psychologie normale et comparé, desde donde publicó varios artículos que contenían críticas al pensamiento de Durkheim, con sendas respuestas por parte de éste desde L’Anné sociologique, revista que fundó en 1898. Desde allí el distanciamiento intelectual entre ambos se hace irreversible, encontrando, tal vez, su punto más álgido en el debate que ambos sostuvieron en diciembre de 1903 en la École des Hautes Études Sociales como inicio del curso de Sociología de 1903-1904.
Tarde sabe que su rivalidad con Durkheim es crucial para la configuración epistemológica de las ideas sociológicas, pues sus propias ideas son contrarias a lo establecido por la sociología de ese entonces: «El punto de vista sociológico universal me parece ser uno de esos espectros que acosan el cerebro de nuestros especulativos contemporáneos» (Tarde, 2006, p. 62). La controversia se ha hecho explícita, Tarde ubica el epicentro de lo que se entiende por “sociedad” (y todo aquello a lo que se le adjudique el adjetivo “social”) en las mónadas y no en una estructura o un órgano. En el campo de la sociología francesa de fin del siglo XIX e inicios del XX, dominado principalmente por la redes intelectuales de Tarde y de Durkheim, los debates sobre la configuración de los elementos epistemológicos y metodológicos marcó de manera más o menos predominante su posterior desarrollo a lo largo del siglo XX hasta nuestros días.
En mayo de 1904 el debate sobre el deber ser de la sociología empieza a cerrarse con la muerte física de Tarde. El ostracismo intelectual impuesto sobre Tarde desde el mainstream de la sociología surge desde el momento en el cual las generaciones subsiguientes reconocieron en Durkheim el nuevo autor icónico de la sociología. Su discípulo y sobrino Marcel Mauss (1872-1950) fue uno de los principales autores que dieron continuidad a la red intelectual durkheimiana desplazando a un lugar menor la propuesta tardeana.
Tarde murió a los 61 años pocos meses después de haberse realizado el famoso debate con Durkheim en la Ècole; su cátedra de Filosofía Moderna en el Collège de France fue ocupada por Henri Bergson (1859-1941), quien fundamenta su pensamiento en importantes elementos de la propuesta tardeana. Por su parte, Durkheim publicó Les formes élémentaires de la vie religieuse y Lecons de sociologie (ambos en 1912), y continuó como profesor de la cátedra de Ciencias de la Educación en la Universidad de París (de la cual había sido nombrado como titular en 1906) hasta su muerte en 1917. Para esta época ya Durkheim gozaba con un alto prestigio y se había convertido en uno de los autores más importantes de la sociología, si no el más importante y reconocido.
Durante este periodo de las primeras décadas del siglo XX la red intelectual de Durkheim –es decir, la red intelectual en cuyo núcleo él se ubicaba– era más amplia y consolidada, gracias a ello se impuso sobre la red constituida por Tarde (quien, por el contrario, no había afianzado alrededor suyo discípulos que continuaran su legado institucionalmente). La red de Durkheim gana la batalla por el reconocimiento al punto que hoy en día, en los departamentos de sociología, son obligatorias las cátedras sobre Durkheim pero pocos son los textos de Tarde que se divulgan en esos mismos espacios académicos.
Las controversias científicas configuran de manera más o menos particular los procesos de legitimación de conocimientos y la posición ocupada por los científicos que los generan. He ahí el punto clave del triunfo intelectual de Durkheim sobre Tarde, pues su rivalidad no se definió solo por sus debates epistemológicos (visión internalista de la ciencia), sino también por la acción de la red que posicionó a Durkheim como el “vencedor” (visión externalista de la ciencia).
Por supuesto el debate continúa de manera diversa. Aquí tan solo he mencionado algunos elementos que pueden ser de interés para destacar la figura de Tarde; pero es importante subrayar que en el horizonte científico múltiples son las maneras y las posibilidades para generar conocimientos, no hay una sola vía, como tampoco existe una única ciencia sociológica. En este punto la idea de la diferencia de Tarde se hace imperativa, pues pretender establecer una ciencia única y monolítica es caer en el dogmatismo. Parafraseando al propio Tarde: sin multiplicidad la ciencia es lamentable.
Bibliografía
Este artículo se realizó con base en las lecturas de los siguientes textos:
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Becario Posdoctoral del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.