Intervención de Raúl Trejo Delarbre en la ceremonia de entrega del Premio Universidad Nacional 2023

Dr. Enrique Graue Wiechers, Rector de la UNAM

Distinguidos miembros del presídium

Colegas universitarios

Señoras, señores:

Muchas gracias. Mi agradecimiento es doble porque, junto con la distinción que se nos otorga, tengo el honor de hablar a nombre de quienes han sido reconocidos con este Premio Universidad Nacional. Confío en que, aunque sea en parte, mis colegas premiados se consideren representados en estas palabras.

Expreso una emocionada y sincera gratitud que es, según explica el Diccionario, el “sentimiento que obliga a una persona a estimar el beneficio o favor que otra le ha hecho… y a corresponderle de alguna manera”. ¿Cómo podemos corresponder a esta distinción? Pues antes que nada reconociendo la generosidad de nuestra Universidad Nacional, haciendo nuestro trabajo y defendiéndola.

La UNAM encuentra siempre, en la sociedad mexicana, una fuente de apoyo y de exigencia constantes. Cuando se les ha preguntado qué opinión tienen de esta Universidad, el 86% de los ciudadanos encuestados en la capital del país ha respondido que su opinión es buena, o muy buena (El Financiero, 15 de diciembre de 2021).

Dicho respaldo es motivo de fortaleza para la Universidad pero también forma parte de la centralidad pública que tiene esta institución. No todo lo que sucede aquí es noticia, pero cuando ocurre o parece que ocurre algo inusitado, la prensa voltea hacia la Universidad. Allí está el tremendo caso de las chinches. Si se hubiera afirmado que aparecieron en otra institución, esos animalitos no habrían escandalizado tanto. Pero que se dijera que las había en el campus universitario (lo cual, por cierto, no era verdad) fue noticia en numerosos medios de comunicación. Sí, ya sabemos que para la mayor parte de los medios, noticia es lo estridente y lo insólito.

La Universidad Nacional es una extensa y muy compleja institución. El trabajo cotidiano de más de 373 mil estudiantes y más de 42 mil académicos, pocas veces es noticia para los medios. Que en las aulas se trabaje con regularidad, que se titulen nuevos egresados, que en laboratorios y cubículos se investigue con resultados constatables, no llama la atención porque forma parte de la normalidad de nuestra vasta Universidad. Ojalá que los medios de información —y también muchos de quienes se interesan por la UNAM y no siempre con buenas razones— encontraran que el trabajo de los colegas que hoy reciben el Premio Universidad Nacional amerita ser noticia.

Rodolfo Silva Casarín, especialista en ingeniería oceanográfica y costera, ha diseñado obras marítimas seguras y eficientes. Francisco Javier Rodríguez Gómez contribuye a la restauración de obras de interés histórico gracias al empleo, desde la química metalúrgica, de recubrimientos y técnicas anticorrosivos. Rudolf Marinus Buijs explora el cerebro humano para identificar los mecanismos de integración hipotalámicos, con énfasis en el estudio del reloj biológico. Antonio Lazcano Araujo, además de sus destacadas actividades de investigación y divugación, imparte desde hace más de cuatro décadas la materia Origen de la Vida que es el curso optativo con más alumnos en la carrera de Biología. Gilda Waldman enseña y examina la teoría sociológica a la luz de los nuevos desafíos democráticos, los cambios tecnológicos y la vinculación entre historia y memoria. Cualquiera de estas trayectorias tendría que ser noticia en los medios.

También deberían serlo el sistemático trabajo de modelística y pronósticos económicos de Eduardo Gilberto Loria. O los proyectos de Normand Eduardo Asuad sobre análisis regional y econometría espacial. Felipe Castro Gutiérrez ha articulado la investigación de la historia con una perspectiva antropológica. Raymundo Morado Estrada estudia las intuiciones que hacen de la lógica una ciencia del pensamiento racional. Fernando Zamora Águila se ha especializado en teoría y filosofía de la imagen. Deborah Dorotinsky Alperstein hace historia de la fotografía etnográfica y el racismo en México.

Carolina Sarmiento Silva ha promovido la actualización de los programas de estudio y el fortalecimiento académico de la Escuela Nacional Preparatoria. Gabriela Silva Urrutia destaca en su compromiso con la profesionalización docente y la formación de profesores en el Colegio de Ciencias y Humanidades. Antonio del Río Portilla tiene desarrollos tecnológicos en termodinámica de procesos irreversibles, fotónica con nanoestructuras y fuentes renovables de energía. Iván San Martín Córdova, con una mirada interdisciplinaria, estudia la historia de la arquitectura mexicana. Poeta y promotor de la literatura, Marco Antonio Campos ha explicado cómo siente a México de la manera siguiente: “Y aunque sé que a este país lo ha gobernado el diablo, que los mexicanos no hemos estado a la altura del gran país, /ustedes dirán lo que quieran, pensarán lo que quieran, pero yo siempre he amado a México, / siempre”.

Las obras, la docencia, las aportaciones y la trayectoria de estos profesores e investigadores, representan la heterogeneidad disciplinaria, los variados senderos de la búsqueda y la reflexión académicas y la pluralidad de nuestra Universidad. El trabajo que desempeñan académicos y estudiantes en la UNAM es posible gracias a la autonomía y, a través de su ejercicio, al apoyo del Estado del que la Universidad forma parte y, así, de la sociedad mexicana. Esa autonomía garantiza el desarrollo de las tareas académicas y compromete a la Universidad con el país. En la UNAM se produce, se imparte y se propaga conocimiento, tarea siempre esencial, en todas las sociedades, y ahora especialmente necesaria si se realiza con rigor y libertad.

La ciencia y el conocimiento se encuentran hoy ante una inesperada paradoja. El desarrollo científico alcanza logros que hace pocos años eran impensables. Al mismo tiempo, en todas las latitudes hay expresiones de hostilidad al conocimiento y a las contribuciones que la ciencia puede aportar. La intolerancia a las opiniones expertas, el rechazo a los datos y la desconfianza hacia los científicos y académicos, son actitudes que contaminan la vida pública y confunden a nuestras sociedades.

El recelo al conocimiento resulta especialmente dañino cuando se ejerce desde posiciones de poder. Regatear el apoyo a la ciencia, o difamar y perseguir a científicos destacados como lamentablemente ha sucedido en fechas recientes en nuestro país, son expresiones de una inaceptable animosidad del poder político.

Frente al autoritarismo del pensamiento único que pretende que todos los ciudadanos asuman los mismos puntos de vista, y también frente a los desatinos de las seudociencias que intentan reemplazar al conocimiento con supercherías, la Universidad tiene la responsabilidad de reivindicar la libertad y la pluralidad de enfoques, sin demérito del rigor en el análisis y las aportaciones que aquí se realizan.

La Universidad es tan grande que, por supuesto, en ella tenemos carencias y defectos. Me refiero a uno solo, que ha sido notorio por sus implicaciones más allá de nuestra institución. El plagio es una de las conductas más ignominiosas en la vida académica. El que plagia, engaña a la Universidad y se engaña a sí mismo al aparentar méritos que no tiene. Por eso es saludable que la Universidad asuma con franqueza la existencia, en algunos casos, de esa práctica, y que hoy tenga instrumentos para sancionarla. El plagio es una indeseable y ocasional anomalía en la vida universitaria. Todos los plagios relevantes que han sido denunciados, sin excepciones, tendrían que ser examinados por los comités de ética de la UNAM. La pretensión para amordazar a la Universidad e impedirle que resuelva en casos de esta índole resulta inadmisible y está derrotada en el terreno de la ética y, espero, también, lo estará en el terreno jurídico.

La ciencia y el conocimiento son por definición universales, igual que la Universidad misma que por eso se llama así. La Universidad no puede, y no quiere, supeditarse a ninguna agenda política. Uno de los pilares en los que descansa la solidez de la UNAM, es su diversidad. En el proceso que transcurre ahora mismo para designar a quien ocupará la Rectoría, se demuestra la capacidad que tiene la estructura institucional de la Universidad para resolver decisiones como esa. Diez universitarios sobresalientes, con variadas trayectorias y méritos, aspiran a esa designación. Para conducir a la UNAM hace falta conocerla y quererla, desde luego. Tengo la certeza de que el mejor Rector será aquel que tenga mayor capacidad y experiencia para defender con eficacia, y con inteligencia, la autonomía de nuestra Universidad.

No han sido fáciles para la UNAM, ni para el país, los años recientes. La Universidad ha podido afrontar espinosas dificultades gracias al desempeño tolerante y afable, paciente y perpicaz, de nuestro Rector, el doctor Enrique Graue.

Los retos de la UNAM en los tiempos próximos son del tamaño de esta enorme institución. Es preciso aprovechar y ensanchar las oportunidades que ofrecen la ciencia y la tecnología. La inteligencia artificial, la computación cuántica y la biotecnología, para mencionar solamente tres áreas indispensables, no son ajenas a esta Universidad pero tienen que desarrollarse en las mejores condiciones. La contribución de la Universidad al pensamiento crítico y a la reflexión social no pueden ser de menor calidad y densidad. Aquí se discuten con libertad los asuntos nacionales y se proponen soluciones para ellos. Aquí se han defendido las libertades ciudadanas cuando el país ha estado más agobiado por las tinieblas del autoritarismo. La diversidad y la libertad de y en la UNAM apuntalan, hoy igual que ayer, a la democracia en México.

Comencé esta intervención diciendo gracias. Termino recordando a Jorge Luis Borges que estaba agradecido, entre otras causas, “por la razón, que no cesará de soñar”. Creo que podemos agradecer la generosidad de esta institución en donde la razón, lejos de contradecirse con los sueños, contribuye para hacerlos posibles.

Muchas gracias.

Ciudad Universitaria, 25 de octubre de 2023

Intervención de Raúl Trejo Delarbre, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en la ceremonia de entrega del Premio Universidad Nacional 2023.

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