La eterna lucha contra el “perro amarillo”

Las vicisitudes del sindicalismo en estados unidos

Publicado en “Trabajo y Democracia Hoy”. No. 152, Año 29


La preponderancia que tienen los Estados Unidos de América, en el sistema capitalista mundial es innegable. En la historia mundial existen numerosos casos acerca de las intervenciones realizadas por los norteamericanos, con el objetivo de mitigar las posturas contrarias a sus intereses. Haciendo un breve recuento sobre la historia del capitalismo contemporáneo y de los movimientos que le han criticado, de inmediato veremos al sindicalismo como el principal referente 10 de los movimientos anticapitalistas; la razón es lógica: los obreros son las principales víctimas de la explotación.

La historia del sindicalismo tiene entre sus páginas, bastantes sucesos ocurridos en los Estados Unidos, cuyos protagonistas fueron obreros movilizados en aras de mejorar sus condiciones laborales; sin duda, el acontecimiento de más renombre fue la masacre de trabajadores ocurrida el 3 de mayo de 1886 en Chicago, hecho que dio origen a la conmemoración del Día del Trabajo cada 1o de mayo. Sin embargo, el sindicalismo norteamericano ha tenido que enfrentar un panorama adverso a lo largo de su historia; desarrollarse en un contexto tan favorable al capitalismo provocó que el sindicalismo norteamericano adquiriera ciertas características que lo diferencian notablemente de otros sindicalismos.

El sindicalismo norteamericano implicaba un problema para las empresas, por lo cual, apoyadas por el gobierno, realizaron prácticas para obstaculizar la organización de los obreros. Los ejemplos más claros fueron los contratos “Yellow dog (perro amarillo)” por medio de los cuales los trabajadores firmaban un compromiso que les impedía formar parte de un sindicato. La contratación de este tipo fue muy común a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX; pero esto no implica que no existieran sindicatos.

Las asociaciones de trabajadores más sólidas fueron las del carbón, del acero y del automóvil; los sindicatos más extendidos y estructurados fundaron el 8 de diciembre de 1886 la American Federation of Labor-AFL (Confederación Nacional del Trabajo), siendo su primer presidente Samuel Gompers, un importante sindicalista del gremio de los cigarreros. Sin embargo, esta confederación sindical poseía características que la diferenciaron de otras, ya que aunque representaba a un gran número de trabajadores, nunca llegó a convertirse en la vanguardia de los movimientos que exigían mejoras en las condiciones laborales en general, pues sólo defendía a los agremiados de la propia AFL.

La AFL no era como tal una central obrera, más bien era un conglomerado de sindicatos, a los cuales se les brinda apoyo y representación en el Congreso y otros sectores políticos de importancia. Por ello es que la AFL no tenía la autoridad para realizar negociaciones con los patrones, ni mucho menos convocar a una huelga general. En palabras de Gompers, el objetivo del sindicalismo y de la AFL era “escoger a los amigos” y “derrotar a los enemigos” (Perelman, 2005: 103), pero todo desde una política de conciliación de clases, por medio de una constante negociación con la clase política; Gompers logró más acuerdos con el Partido Demócrata, aunque dependiendo de la situación, también acordaba con el Republicano.

El sindicalismo practicado en Estados Unidos y la AFL se han caracterizado, por interesarse exclusivamente por sus miembros, por lo tanto, las negociaciones con las instancias gubernamentales no buscan crear una legislación obrera que beneficie a la totalidad de la Población Económicamente Activa (PEA). Ante tal característica, se ha criticado al sindicalismo norteamericano de ser “no político” o bien, de no estar en concordancia con el sindicalismo internacional más ligado a las ideas progresistas y socialistas.

Gompers presidió la AFL hasta su muerte en 1924; esta fecha coincide con el inicio del período más complicado para el sindicalismo: la década de 1920. A lo largo de esos años los gobiernos impulsaron una política bastante desfavorable para los sindicatos, ya que las empresas tenían vía libre para emplear los contratos “Yellow dog” y frenar así la organización de los obreros. Cuando existía la intención de formar un sindicato, las empresas recurrían a instancias legales, las cuales generalmente fallaban en contra de los trabajadores.

La crisis de 1929, propició que el electorado pusiera fin a una hegemonía del Partido Republicano (gobernó 12 años seguidos), al elegir al demócrata Franklin D. Roosevelt como presidente en 1932; a lo largo de la década de 1930 y parte de la de 1940, la política hacia los sindicatos cambió y se volvió favorable.

En 1932 se promulgó la Ley Norris- LaGuardia, que finalmente prohibió los contratos “Yellow dog” y apoyaba a las organizaciones sindicales ante los abusos patronales. Posteriormente, en 1935 se promulgó la National Labor Relations Act (Ley Nacional de Relaciones Laborales), que otorgaba el derecho al sector privado a la negociación colectiva de contratos; esta ley contempló la creación de la National Labor Relations Board-NLRB (Junta Nacional de Relaciones Laborales), que regula la creación y las acciones de los sindicatos. Cuando un grupo de trabajadores desea organizarse en un sindicato, se hace una elección interna; si el 30% de los trabajadores votan a favor, la NLRB realiza unas elecciones en el lugar de trabajo para decidir oficialmente si el sindicato es reconocido y con ello, que la empresa esté obligada a negociar colectivamente con él.

Existe un periodo de entre 30 a 50 días entre la elección preliminar y la realizada por la NLRB, tiempo que se aprovecha para realizar actividades de proselitismo; generalmente las empresas contratan abogados que van a dar pláticas a los trabajadores para persuadirlos de no votar a favor del sindicato. De manera ilegal, las empresas recurren a amenazas, despidos y hostigamientos con el fin de que no se logre concretar el sindicato; este proceso para crear un sindicato continúa vigente hasta nuestros días.

A la muerte de Gompers, muchos miembros de la AFL vieron la oportunidad para llevar a cabo una reforma que eliminara las características conservadoras del sindicalismo norteamericano; sin embargo, la pugna provocó tal división al interior de la AFL que se llevó a cabo una escisión, que dio origen al Congress of Indrustrial Organizations-CIO (Congreso de las Organizaciones Industriales). El CIO fue fundado el 9 de noviembre de 1936 y se presentó como la alternativa a la AFL, ya que sus líderes se encontraban más abiertos a llevar a cabo una política sindical progresista; entre las diferencias se encuentra la apertura a organizar sindicatos de obreros no calificados, lo cual fue beneficioso para organizaciones de trabajadores afroamericanos y migrantes.

Aunque la AFL y el CIO competían entre sí, ambas organizaciones apoyaron la candidatura y presidencia de Franklin D. Roosevelt. Dicho acercamiento se acrecentó durante la Segunda Guerra Mundial, ya que el esfuerzo de guerra, significó 12 una disminución notable en la tasa de desempleo, en consecuencia, se percibió un crecimiento notorio tanto en la AFL como el CIO. Sin embargo, esa bonanza encontraría su fin al poco tiempo de concluirse el conflicto mundial, ya que en 1947 se promulgó la Ley Taft-Hartley, la cual perjudicaba la libre organización sindical. Esta ley contemplaba, por ejemplo, que los líderes sindicalistas debían de jurar no ser comunistas; además, en caso de existir la posibilidad de declararse en huelga, los sindicatos debían dar un aviso con 60 días de anticipación para que no se viera afectada la producción.

La controversia que suscitó esta ley fue tan grande que el presidente Harry Truman la vetó a lo largo de su mandato; sin embargo, esta ley es la que actualmente rige las relaciones laborales en Estados Unidos y sus efectos negativos hacia la organización sindical se han ido percibiendo al pasar los años.

Continuando un breve recorrido por el sindicalismo norteamericano se puede indicar que la AFL y el CIO decidieron unirse en 1955, debido al contexto de la Guerra Fría y a la necesidad de consolidar el sindicalismo a la norteamericana, que fuera lo suficientemente sólido, para contrarrestar a la mayoría de los llamados sindicatos internacionales, fuertemente ligados al socialismo. El primer líder de la nueva AFL-CIO fue George Meany, el cual presidió dicho organismo hasta su muerte en 1980; él continuó muchas de las estrategias llevadas a cabo por Gompers, como la vinculación con el Partido Demócrata y la buena relación con las instituciones gubernamentales, en especial con el Departamento del Estado.

Si hablamos de los trabajadores del sector público, la situación fue más complicada, ya que fue hasta 1962 cuando el presidente John F. Kennedy les permitió negociar colectivamente. Aunque existen organizaciones de gran importancia en este sector, como los maestros, los policías e incluso los trabajadores del servicio postal, los sindicatos de los servidores públicos en Estados Unidos, no llegan a tener las dimensiones y repercusión que sí tienen en otros países; mucho de ello se debe a que no existen en E.U. grandes empresas públicas que son la fuente de los sindicatos más activos en otros países.

Aunado a lo anterior, el sector público en Estados Unidos no goza completamente de los derechos que tienen los sindicatos del sector privado; el caso más evidente es el derecho a huelga, el cual es prácticamente inexistente para los trabajadores públicos. Un ejemplo de la compleja situación en la que se desarrollan los sindicatos públicos fue la huelga de los trabajadores afiliados a la Professional Air Traffic Controlers Organization-PATCO (Organización de Controladores Profesionales de Tráfico Aéreo) en 1981; ellos exigían mejoras salariales y de prestaciones, pero no obtuvieron una respuesta favorable, lo cual derivó en la huelga.

El gobierno de Ronald Reagan implementó un programa de contingencia que logró reemplazar a los huelguistas, incluso utilizando a personal militar; con esa situación resuelta, Reagan declaró ilegal la huelga y despidió a la mayoría de los trabajadores que se encontraban en lucha. Finalmente, a los pocos meses de rota la huelga, la PATCO perdió su registro como sindicato; este hecho es considerado como un parteaguas en la historia del sindicalismo norteamericano reciente, ya que, desde entonces, no ha existido otra huelga de tales dimensiones; además sirvió como una demostración de la postura que te dría el gobierno, ante las huelgas de los sindicatos en el sector público (McCartin, 2011).

Como se ha podido ver en este panorama de la historia del sindicalismo norteamericano, el contexto en el cual se desenvuelven las organizaciones de trabajadores les ha sido poco favorable. Desde la legislación hasta las mismas características del sindicalismo norteamericano han provocado que no exista un sindicalismo unido, capaz de oponerse en conjunto ante las medidas poco favorables para los trabajadores.

El contexto de la segunda mitad del siglo XX ha impactado de manera especial en la situación laboral mundial. El modeo de producción cambió, se pasó del fordismo, que concebía una producción más centralizada, caracterizada por las grandes empresas y complejos industriales hacia el toyotismo, donde la producción se descentralizó, dando mayor protagonismo a las pequeñas y medianas empresas; tal cambio provocó que las condiciones del sindicalismo fueran adversas, ya que la producción descentralizada hace cada vez más difícil la concreción de una organización sindical que aglutine a todos los trabajadores de una rama industrial.

El contexto específico de la producción industrial norteamericana de las últimas décadas, ha propiciado el desmantelamiento de los grandes complejos, prefiriendo el dividir la producción en diversas regiones del país e incluso en el extranjero. Bajo esta lógica, grandes industrias que producían en importantes regiones urbanas de los Estados Unidos optaron por abrir maquiladoras y ensambladoras en zonas menos urbanizadas del país, así como de llevar sus plantas a otros países; la anterior decisión está encaminada a producir en zonas y países donde la legislación laboral es mucho más flexible, los salarios son más bajos y se permite a las empresas aumentar sus ganancias de manera considerable (Aguilar y Zepeda, 2015).

Como es de esperarse, la dinámica laboral en Estados Unidos cambió notablemente, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX los trabajadores de servicios y los profesionistas fueron aumentando, en detrimento de los de la industria; en consecuencia, la tasa de sindicalización disminuyó, ya que históricamente, los trabajadores de servicios y los profesionales tienden a no sindicalizarse.

Ante tan complicado panorama, importantes sectores del sindicalismo norteamericano se opusieron a los derroteros que seguía la AFL-CIO, ya que buscaban un sindicalismo diferente, que velara por los intereses de los trabajadores, ante el panorama laboral tan complicado; fue bajo esas ideas que en 2005 nació la Coalición Change to Win, La nueva organización tiene más de 3 millones de afiliados y ha atraído a importantes gremios como la International Brotherhood of Teamster(IBT), un importante sindicato que aglutina a más de un millón de trabajadores transportistas.

Las estadísticas que ofrece el Bureau of Labor Statistics-BLS (Oficina de Estadísticas Laborales), nos ayudan a comprender la notable disminución en la tasa de sindicalización de Estados Unidos (BLS, 2019). En 1985 el vecino del norte contaba con 94 millones 521 mil trabajadores asalariados, de los cuales 16 millones 996 mil se encontraban sindicalizados, esta cifra indica que el 18 % de los trabajadores se encontraba sindicalizado. A partir de esa fecha y de esa cifra, se entenderá como las medidas implementadas desde la administración de Ronald Reagan impactaron notablemente en la sindicalización del país. Para 1990 el número de trabajadores sindicalizados disminuyó a 16 millones 776 mil, situación que impactó duramente a la tasa de sindicalización, ya que en ese mismo año el número de trabajadores asalariados fue de 104 millones 876 mil, lo cual representó un aumento de más de 10 millones con respecto al año 1985; por lo tanto, únicamente el 16% de los trabajadores se encontraban afiliados a algún sindicato.

Las cifras correspondientes para el año 1995, indican que había 16 millones 360 mil trabajadores sindicalizados, 14 mientras que la población trabajadora era de 110 millones 38 mil, lo cual indica que la tasa de sindicalización era del 14.9%. La tendencia hacia la baja se ha mantenido, pues en el año 2000 la tasa de sindicalización fue del 13.4% y en el 2005 de 12.5%. De 1985 al 2010 se presentó la mayor caída en la tasa de sindicalización, pues se pasó del 18% al 11%; la caída en el número de sindicalizados en ese periodo (de 25 años) fue de poco más de 2 millones, pasando de 16 millones 996 mil a 14 millones 715 mil (BLS, 2019). Las cifras correspondientes a los años recientes, del 2010 al 2018 nos indican que de cierta manera se ha logrado mantener el número de sindicalizados. En el año 2015 había un total de 133 millones 743 mil trabajadores asalariados, de los cuales 14 millones 795 mil se encontraban sindicalizados; esto quiere decir que la tasa de sindicalización fue del 11.1%. Para el año 2018 se registró un repunte, pues el número de sindicalizados aumentó a 14 millones 800 mil trabajadores, sin embargo, debido a que el aumento de la población trabajadora tuvo un incremento mayor, pues se registraron a 155 millones 962 mil trabajadores, aunque existió un ligero aumento en el número de sindicalizados, la tasa de sindicalización disminuyó a 10.5%.

Sin embargo, se puede afirmar que el sindicalismo en Estados Unidos ha logrado estabilizarse después del periodo crítico que representó el final del siglo XX. Sin embargo, el contexto laboral actual en Estados Unidos y en gran parte del mundo, exige al Movimiento sindical una organización mayor, sobre todo de los sindicatos más influyentes, ya que la legislación laboral que perjudica a los trabajadores continúa implementándose, tanto en Estados Unidos como en otros países de Europa y América Latina.

En el 2018 la AFL-CIO contaba con 12 millones 442 mil afiliados, mientras que la Coalición Change to Win tenía 3 millones 289; aunque la diferencia numérica es considerable, ambas uniones sindicales poseen importantes gremios que las posicionan como organizaciones de gran peso en el mundo laboral norteamericano. El sindicato con mayor número de afiliados es la National Education Association (Asociación Nacional de la Educación), la cual aglutinaba a poco menos de 3 millones de trabajadores en el año 2017; esta asociación forma parte de la AFLCIO.

Por otro lado, la Coalición Change to Win tiene como sus principales organizaciones a la Services Employees International Union (Unión Internacional de Empleados de Servicios), con poco menos de 2 millones de afiliados en 2017 y la International Brotherhood of Teamsters (Hermandad Internacional de Camioneros), que representaba a 1 millón 400 mil trabajadores en 2018.

Según las estadísticas de la Oficina de Estadísticas Laborales correspondientes al 2018, el 11.1% de los hombres mayores a 16 años estaba sindicalizado mientras que solamente representaban el 9.9% las mujeres que comparten dicha condición. En otro rubro, la edad con mayor porcentaje de sindicalización corresponde a los trabajadores entre 55 y 64 años (13.3%); mientras más se reduzca la edad del trabajador, menor es su porcentaje de sindicalización, siendo tan sólo del 4.4% el correspondiente a los jóvenes de 16 a 24 años.

En otras tendencias, el 12.5% de los trabajadores afroamericanos está sindicalizado; dicha cifra supera al 10.4% de los blancos y al 9.1% de los hispanos o latinos; el sector étnico que menos se sindicaliza es el asiático, pues sólo el 8.4% de dichos trabajadores son miembros de algún sindicato.

Aunque el grueso de trabajadores del sector público norteamericano, es más reducido en comparación a otros países, siguen siendo los que más están sindicalizados. Como se mencionó anteriormente, el sindicato magisterial es el que más afiliados tiene y por ende es uno de los más influyentes en el Movimiento sindical norteamericano; sin embargo, también son destacables los sindicatos correspondientes a los policías, los bomberos y los burócratas, sobre todo en el ámbito local.

En cuanto al sector privado, sin duda el sindicato más influyente es el de los camioneros, el cual, desde el año de su fundación en 1903, se encuentra en la vanguardia del sindicalismo norteamericano y ha contribuido a consolidar la Coalición Change to Win como una alternativa a la AFL-CIO.

Se vive un contexto de globalización, donde las empresas buscan reducir los gastos de producción y con ello, buscar el menor costo posible en la contratación de mano de obra; ante la negativa del Movimiento obrero organizado, a permitir la disminución de salario y de beneficios sociales para el trabajador, las empresas ven con malos ojos a la organización sindical.

Al ser poseedores de gran influencia en los gobiernos, las empresas presionan a las autoridades para que generen legislaciones que perjudiquen a la organización sindical y las condiciones laborales en general. Como se vio a lo largo de este texto, la disminución del número de sindicalizados es evidente, pasando de más del 20% a comienzos de la década de 1980 a 10.5% en el 2018. Si así sucede en la economía más poderosa, que podemos esperar en países de Latinoamérica, África o Asia.

La organización sindical es muy necesaria en el contexto laboral actual; es fundamental su función como forma de representación social de los trabajadores. Las cifras nos indican que entre más edad tenga el trabajador, es más propenso a la sindicalización, pues logra ver en dichas instituciones a un interlocutor que le representa; gracias a ello dichos trabajadores son los que tienen mejores ingresos y mayores prestaciones. Es preocupante el hecho de que los trabajadores de menor edad, aquellos que apenas se van insertando en la vida laboral, sean los que menos confían en los sindicatos; la preocupación aumenta cuando tomamos en cuenta, que el contexto laboral norteamericano está cambiando y cada vez es mayor el número de trabajadores en sectores como los servicios y la burocracia, los que se han caracterizado por ser renuentes a la sindicalización.

Por todo lo anterior es que los jóvenes pueden y deben organizarse, generar sus propias asociaciones que les representen, abandonar los viejos sindicatos a los cuales consideran como corruptos o anquilosados; al organizarse, la fuerza laboral juvenil podrá hacer frente a la amenaza de un contexto más desfavorable para los trabajadores; tanto el gobierno norteamericano como los grandes empresarios buscan multiplicar los contratos “Perro amarillo”, cuyo nombre es retomado de una expresión peyorativa, donde la dignidad del trabajador es disminuida, es comparable a la esclavitud; por ello, sólo la organización sindical, fuerte y multiplicada, será la que pueda ganar la batalla.


FUENTES

Aguilar García, Francisco y, Roberto Zepeda Martínez (2015). Mundialización y tasa sindical en las sociedades contemporáneas. Análisis comparativo en países de América del Norte y Europa Occidental. México: UNAM-Instituto de Investigaciones Sociales.

Bureau of Labor Statictics- BLS (2019). Union members-2018 [en línea]. Washington D.C.: Department of Labor. Disponible en: https://www.bls.gov/news.release/pdf/union2.pdf[Consulta: 29 de abril de 2019].

McCartin, Joseph (2011). Reagan vs PATCO. The Strike that busted Unions [en línea]. The New York Times. 2 de Agosto de 2011. Disponible en [Consulta: 29 de abril de 2019].

Perelman, Richard. El sindiclismo en los Estados Unidos: sus características, desarrollo y problemas actuales. Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República de Uruguay, 2 (1992): 101-116.

Zinn, Howard (1990). La otra historia de los Estados Unidos desde 1492 hasta hoy. México: Siglo XXI.

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