Nuestro planeta arde, y con él nuestra esperanza por evitar el colapso ambiental. La tierra nos grita desesperada que paremos de hacerle daño, y aún así la mayoría de los gobiernos del mundo parecen más interesados en un aparente progreso económico que en la esperanza de las generaciones que vienen
FFF CDMX (Comunicado de prensa, 2 de septiembre de 2019)
El próximo viernes 20 de septiembre se celebrará la tercera huelga climática mundial, con la que dará inicio la semana por la justicia climática (20-27 de septiembre de 2019). La marcha del día 20 (que en la Ciudad de México saldrá del Ángel de la Independencia a las 14:00 horas hacia el Zócalo Capitalino) es la tercera que los jóvenes del movimiento “Fridays for Future” organizan en México.
Para este día la organización (www.fridaysforfuture.org/events/map) ha registrado 66 eventos solo en México y 2680 en todo el planeta. En las huelgas anteriores marcharon más de un millón y medio de personas en cientos de países.
La llamada de los jóvenes al mundo
Fridays for Future (FFF) se caracteriza por ser un movimiento trasnacional de base (bottom-up), apartidista, independiente y formado por jóvenes de escuelas secundarias y universidades. El movimiento surgió en agosto de 2018 para responder al llamado de Greta Thunberg, una joven sueca de 15 años en aquel momento, que ese año protestó frente al parlamento sueco durante tres semanas contra la falta de acción del gobierno de su país respecto a la crisis climática.
En México, el movimiento surgió a principio de 2019 y sigue creciendo hasta el día de hoy. Es un movimiento plural y muy heterogéneo, en el que participan jóvenes de instituciones públicas y privadas, las y los cuales comparten la preocupación por la degradación del planeta y la amenaza de su futuro, así como la desconfianza e indignación hacia los adultos que no están haciendo lo suficiente para evitar el colapso climático y garantizar un futuro para las nuevas generaciones. En México, en pocos meses estos jóvenes demostraron tener la capacidad de organizarse y aprender a manejar un movimiento a pesar de las diferencias, superando dificultades logísticas y de falta de recursos, tejiendo alianzas con otras organizaciones y grupos ecologistas (como Extinction Rebellion, Cambiemos el Sistema, No el Clima, Greenpeace), y ambientalistas (como Climate Reality Project o Citizens’ Climate Lobby) manteniendo su independencia.
En agosto fueron recibidos por la Secretaría de Medio Ambiente, y junto con otras organizaciones están demandando que se declare la emergencia climática nacional, así cómo lo declararon en el comunicado de prensa del 2 de septiembre.
Para la marcha del próximo viernes 20 de septiembre y la semana de justicia climática (20-27) los jóvenes de FFF están pidiendo que la población y las escuelas se sumen a la marcha y a las actividades que se están organizando, para hacer presión social a los gobiernos y romper con la inercia que ha caracterizado la respuesta a la crisis climática y ambiental en las últimas décadas. Aquí algunas de las razones del por qué no deberíamos fallarles.
El papel de los adultos y de los científicos
La actual crisis ambiental y climática está generando en los jóvenes emociones como la tristeza, que puede llegar a convertirse en depresión, preocupación, miedo, angustia y ansiedad. Como escribí en un capítulo recién publicado (Poma, 2019) el impacto emocional del cambio climático es un tema que está adquiriendo atención e interés en los últimos años a nivel internacional. Desde la psicología se está analizando la relación entre cambio climático y salud mental, identificando las emociones relacionadas con la respuesta a desastres (experiencia directa); las generadas por los cambios en el territorio a nivel local (experiencia directa); y las relacionadas con los impactos graduales del cambio climático en el planeta (experiencia indirecta). En sociología se está prestando atención a las emociones que influyen en la respuesta social al cambio climático (Norgaard, 2011; Poma, 2018) y las emociones generadas en el activismo climático (Kleres y Wettergren, 2017).
Los resultados de estas investigaciones, destacan el papel central de las emociones para comprender algunos de los efectos sociales del cambio climático, que es necesario atender como sociedad y como científicos.
Primero, ciertas emociones incómodas (Norgaard, 2011) generadas por la información recibida sobre el cambio climático como miedo, culpa e impotencia, estarían alimentando la negación del problema, que se manifiesta por ejemplo en desinterés y/o en la tendencia por aminorar el problema. Los adultos que tengan esta reacción, al no prestar atención a este problema, pueden perder la oportunidad de dialogar con las generaciones que perciben la crisis ambiental y climática como una amenaza para su futuro. Para evitar esto, es necesario platicar del cambio climático y de las acciones individuales y colectivas para enfrentarlo en las casas, escuelas, entre amigos, conocidos, familiares, colegas, y compartir lo que genera este problema en cuanto a dudas, inquietudes y emociones. Por la misma razón, es importante tener en cuenta las iniciativas de estos jóvenes, como la marcha del 20 de septiembre. Algunas instituciones como la Universidad Iberoamericana (Ciudad de México y Tijuana) han declarado paro activo para el día 20 de septiembre. En otros países algunas escuelas y maestros se están sumando a las marchas, acompañando a los estudiantes, así como piden los jóvenes organizados en FFF. En un reciente artículo publicado en el periódico inglés The Guardian, un profesor de secundaria (college) compartió una carta abierta a sus colegas evidenciando el riesgo “de perder credibilidad con una generación de estudiantes si no actuamos para apoyarlos en la causa que define a su generación”.
Desde un enfoque que analiza la dimensión emocional, emociones como la decepción, tristeza, frustración, y hasta indignación, que los jóvenes pueden llegar a sentir al faltar el apoyo y/o interés de los adultos y educadores frente a un problema que ellos perciben como prioritario, puede hacer perder credibilidad, estima, y admiración hacia los adultos. Desde la academia y el mundo científico, además, lo que se puede perder es la legitimidad del conocimiento generado sobre el problema. La credibilidad y legitimidad de las informaciones recibidas por la población dependen, entre otras cosas, de la confianza de la fuente. De hecho, ya se ha demostrado que la narrativa actual acerca el cambio climático genera desconfianza en algunos sujetos a causa del “doble discurso” por parte de ciertas instituciones y empresas que emplean el cambio climático como pretexto para cubrir intereses económicos (Poma, 2018). La preocupación que genera el cambio climático no solo se debe a sus impactos físicos, sino también en la respuesta al mismo, tanto que una activista de FFF en la Ciudad de México expresó que “lo que más yo siento es preocupación porque incluso, Greta Thunberg lo dijo en alguno de sus discurso que los líderes… dijo ‘Los líderes nos han fallado’”.
Pero no todo está perdido, no solo porque todavía hay tiempo para mitigar los efectos del cambio climático, sino porque existen emociones como la esperanza y el entusiasmo que caracterizan las acciones, sobre todo de los jóvenes.
Un activista de FFF CDMX por ejemplo, dijo en una entrevista, “me emociona que tenemos la oportunidad todavía nosotros, nuestra generación, de hacer algo por revertir las cosas”. El desafío de estos días, y de los años por venir, es superar prejuicios y emociones incómodas y acercarse a estos jóvenes que nos están llamando a sumarnos a su lucha para escuchar sus argumentos y esforzarse para sentir lo que ellos sienten, abriendo espacios de diálogo en las escuelas, universidades, casas, etc.
La relevancia de un movimiento como Fridays For Future ya se ha reconocido a nivel internacional, y por eso, el día 20 de septiembre un equipo de investigadores del IIS y del CEIICH de la UNAM, junto con estudiantes de distintos grados y disciplinas, estará presente en la marcha para aplicar una encuesta en el marco del proyecto Protest for a future: Composition, mobilization and motives of the participants in Fridays For Future climate protests liderado por la Universidad de Gotemburgo (Suecia). El objetivo de la investigación es comprender el movimiento comparando además los datos recolectados en tres continentes. La generación de conocimiento es la mayor contribución que los científicos proporcionamos a la sociedad, y en este contexto de crisis ambiental y climática es necesario sumar esfuerzos para no abandonar las futuras generaciones a un destino incierto y aterrador.
Información útil
● CUÁNDO: Viernes 20 de septiembre a las 13:00, saliendo a partir de las 14:00 horas.
● DÓNDE: En el Ángel de la Independencia.
Contacto con Fridays for Future CDMX
Twitter: @FFFcdmx
Instagram: fffcdmx
Facebook: Fridays For Future CDMX
Email: prensa.fffcdmx@gmail.com, vinculacion.fffcdmx@gmail.com
Referencias
Kleres J., y Wettergren Å. (2017). Fear, hope, anger, and guilt in climate activism. Social Movement Studies, 16:5, 507-519.
Norgaard, KM. (2011). Living in denial: Climate change, emotions, and everyday life. Cambridge, MA: MIT Press.
Poma, A. (2018). El papel de las emociones en la respuesta al cambio climático. Revista INTERdisciplina, 6:15, 191-214.
Poma, A. (2019). “Los impactos emocionales del reporte especial del IPCC” En Rueda Abad, José Clemente (coord.) ¿Aún estamos a tiempo para el 1.5°C? Voces y Visiones sobre el Reporte Especial del IPCC. Pp. 177-195. Ciudad de México: UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO. PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN EN CAMBIO CLIMÁTICO.
Este artículo es producto del proyecto UNAM-PAPIIT <IA300419>
Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM