Publicado en “Trabajo y Democracia Hoy”. No. 150, Año 29
Con el ascenso del republicano Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos en 2016, la migración se convirtió en uno de los temas más sonados en redes sociales y los medios de comunicación tradicionales; Trump expone en cualquier oportunidad un sinfín de críticas y desventajas que encuentra en los migrantes que ingresan ilegalmente y residen en los E.U. Este presidente resultó muy intolerante y abusivo con los migrantes mexicanos. Veamos algunos datos.
En un sentido más neutral, se puede definir a la migración de diferentes maneras; por ejemplo, la ONU define al migrante como alguien que reside en un país extranjero durante más de un año, sin importar las razones de su mudanza y su situación legal. Si bien las movilizaciones de grandes grupos humanos han existido desde el origen de la humanidad y puede afirmarse que la migración fue un factor determinante en el desarrollo del ser humano, no fue sino hasta el siglo XIX y XX que el tema se convertiría en un asunto político de gran interés para las naciones. Los factores históricos que han provocado las migraciones masivas desde el siglo XIX hasta nuestros días han sido diversos. Por ejemplo, tenemos el caso la hambruna irlandesa de mediados del siglo XIX, conocida como “la hambruna de la papa”, la cual orilló a casi una cuarta parte de la población de Irlanda a buscar mejores condiciones en otros países, principalmente en Estados Unidos; de igual manera, la miseria en la que vivían grandes sectores de la población europea y asiática fue determinante para buscar una nueva vida en E.U. Otros factores que propician la migración son las guerras y las persecuciones, políticas, nacionalistas o religiosas. El caso de la migración mexicana posee ciertas peculiaridades que lo hacen caso único en comparación con los anteriormente relatados, por ello brindaremos los datos específicos de la migración de México a E.U.
El pasado 5 de septiembre de 2018 el Consejo Nacional de Población (CONAPO) publicó el Anuario de Migración y Remesas México 2018. En dicho texto se recopila una gran cantidad de información acerca de los migrantes, no solo de aquellos que deciden salir de México, sino también de aquellos que optaron por México como una opción para vivir y desarrollarse.
Sin embargo, cuando se habla de migración y de México, inmediatamente se asocia con los migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos. Según datos del CONAPO, existen 12.9 millones de migrantes mexicanos en todo el mundo, de los cuales el 98% residen en Estados Unidos. Entre 2010 y 2017 ingresaron en promedio, 135 mil personas anualmente, una cantidad mucho menor a los casi 400 mil que ingresaron en el año 2001. Esta disminución de ingreso de mexicanos a Estados Unidos se puede deber a múltiples factores, siendo de los más importantes el endurecimiento de las políticas migratorias y de legalización en el vecino del norte; ante la complicada situación no es de extrañar que de cada 10 migrantes mexicanos, 7 sean indocumentados; lo anterior se traduce en una contexto de precariedad donde viven gran número de mexicanos, pues 3 de cada 10 no cuentan con servicios médicos y alrededor del 20% vive en condición de pobreza.
Jorge Durand, un especialista en el tema de la migración México-Estados Unidos, afirma que la frontera norte del país posee ciertas peculiaridades, entre las que destacan la relación directa entre la apertura o clausura de la frontera con la demanda de mano de obra. Tal situación ha provocado que, para los Estados Unidos, la política migratoria sea un tema recurrente en la legislación. Los norteamericanos aceptaban la necesidad de conseguir mano de obra, de preferencia barata y la población mexicana era sin duda la mejor opción para conseguirla; desde finales del siglo XIX y principios del XX se consolidó la postura norteamericana hacia la migración mexicana: debía ser temporal y preferentemente agrícola. Por lo tanto, mientras en las zonas industriales del norte y la costa este de E.U. se incentivaba el ingreso de migrantes europeos, los cuales se quedaban permanentemente, a los mexicanos se les confinaba a las zonas agrícolas e incluso se aplicaban programas de deportaciones que regulaban el mercado de mano de obra en Estados Unidos. Es así, que dependiendo el contexto en el que se encontrara E. U., se aplicaban medidas especiales hacia los migrantes mexicanos; por ejemplo, durante la Primer Guerra Mundial, el gobierno norteamericano limitó el arribo de migrantes europeos, ya que estos se incrementaron por que huían de la guerra; al implementar medidas como el pago de una cuota o la necesidad de saber leer, en cambio todas esas medidas no eran obligatorias para los migrantes mexicanos, ya que eran ampliamente requeridos para la producción agrícola y el esfuerzo de guerra.
La historia de la migración de mexicanos hacia los Estados Unidos ha tenido varias etapas, donde los migrantes mexicanos recibieron tratos bastante bipolares, ya que por momentos se incentivaba a la migración y se les legalizaba, mientras que en otras etapas se les perseguía y deportaba. Dentro de la memoria compartida de la sociedad mexicana sobre la migración a E.U. destaca la existencia de los braceros, trabajadores agrícolas mexicanos que eran contratados por medio de un programa bilateral denominado “Programa Bracero”. Dicho programa funcionó de 1942 a 1964 y es una muestra de la importancia del mercado de la mano de obra temporal que existe entre Estados Unidos y México. Las ventajas que obtenía el trabajador mexicano al contratarse por medio del programa eran innegables, sin embargo también existían varias desventajas que afectaban tanto a los trabajadores como a los empleadores.
Entre las desventajas que había, destacaba la obligatoriedad del cumplimiento del contrato, que impedía a los braceros el poder moverse del lugar de trabajo hasta haber terminado el tiempo estipulado; aunado a eso, la estadía de los trabajadores podía ser bastante incómoda, ya que el responsable de las condiciones de las viviendas de los trabajadores temporales era el empleador. Por tales razones no en balde hay quien compare las condiciones de trabajo de los braceros con las de los siervos feudales. Las injusticias eran muchas y la corrupción se encontraba en todos los niveles burocráticos que afrontaban los braceros; un claro ejemplo fue el hecho de que parte del sueldo obtenido debía ser ahorrado en instituciones mexicanas, sin embargo, todos esos ahorros no han sido entregados a los trabajadores e incluso hoy en día hay organizaciones que exigen la entrega de ese dinero.
En cierta manera, el ingreso de manera ilegal a los E.U. implicaba mayores beneficios para ambas partes. Para el gobierno de E.U. incentivar el ingreso ilegal representaba el ahorrarse los costos burocráticos y la logística necesaria, de igual manera que los empleadores se ahorraban los gastos en impuestos y la obligatoriedad de brindar condiciones mínimas para el alojamiento de los trabajadores temporales. Mientras tanto, los trabajadores mexicanos tenían cierta libertad de buscar el trabajo que más les conviniera, tanto en condiciones laborales como económicas; es así, que después de 1964 empezó un periodo de ilegalidad en la migración mexicana a los Estados Unidos, periodo donde se encuentran de manera más explícita los orígenes de las condiciones actuales en la que viven los migrantes mexicanos en el país vecino.
Durante la etapa en la que funcionó el Programa Bracero, la migración era masculina e individual, mientras que en los años posteriores a 1964 se acentuó la migración de familias completas. Según datos de la CONAPO, el 54.3% de los migrantes que viven en Estados Unidos, están casados y viven con su pareja, mientras que el 4.7% están casados pero no tienen a su pareja presente. La situación familiar es innegable en la migración de mexicanos en Estados Unidos; generalmente se busca llegar a ciudades y barrios donde ya residan familiares o mexicanos que migraron de la misma localidad en México.
En los años 2000, sobre las cuestiones laborales, el 66.7% de los migrantes pertenecen a la Población Económicamente Activa (PEA) de E.U., de ese porcentaje el 4.9% se encuentra desempleado; dicho número es mucho menos a la tasa de desempleo que se registró en 2009, la cual fue del 13.3%. Otro dato que resulta de gran interés es el hecho de que la mitad de las mujeres migrantes pertenecen a la Población No Económicamente Activa (PNEA), aunado a esto, la desocupación es mayor entre las mujeres, ya que el porcentaje es de 5.7% por 4.5% de los hombres. Lo anterior confirma que las familias migrantes continúan reproduciendo los roles familiares existentes en México.
Al principio de este texto se expuso que la principal actividad que realizaban los migrantes mexicanos en Estados Unidos era la de la agricultura; también se emplearon a muchos en la construcción de las vías férreas y en mucha menor medida en otras profesiones. La situación actual ha cambiado el panorama, ya que según datos de la CONAPO, el 19.7% de los migrantes trabajan en la Construcción; el 14.1% en la Hostelería y esparcimiento; el 13.6% son profesionistas o personal administrativo; en la Manufactura corresponde el 12.5%; en Comercio al 9.5%; el 9.4% trabaja en el sector de la Salud y la Educación; solo el 5.4% trabaja actualmente en la agricultura. El porcentaje restante corresponde a otros empleos como el transporte, la burocracia y la minería. El hecho de que ahora la agricultura sea una ocupación en la que menos migrantes se emplean se debe a que los mexicanos en Estados Unidos están cada vez más presentes en las ciudades y con ello en la sociedad norteamericana. Los tiempos donde los trabajadores mexicanos eran confinados a trabajos agrícolas de manera temporal han quedado en el pasado.
El crecimiento del número de mexicanos en ciertas ciudades norteamericanas ha propiciado que muchas personas que desean migrar ya sepan de antemano la localidad a la cual llegar. La migración se volvió entonces un fenómeno en el que se trasladan personas de una región de México a una región en Estados Unidos; por ejemplo, la mayoría de los guerrerenses que migran se dirigen al estado de Illinois, mientras que los Oaxaqueños a California, a la cual ya nombraron “Oaxacalifornia”, misma situación ocurre con los poblanos y Nueva York, a la cual bautizaron como “Pueblayork”.
Debido a esta continuidad en las ciudades y las regiones a las que llegan los migrantes a residir, es que se pueden hacer estudios que indican los estados norteamericanos con más migrantes recién llegados y de aquellos que llevan viviendo en E.U. durante un par de generaciones. El Estado que más mexicanos recibe es el de California con un 35% de la migración; en segundo lugar está Texas con un 21.7% y en tercer lugar Arizona con un 5.9%. Estos estados se mantienen como los lugares donde reside la población de origen mexicano, la cual ya representa un porcentaje de consideración ante la población total de E.U. En Texas, California, Arizona y Nuevo México, la población de origen mexicano (tomando en cuenta la posibilidad de tener algún abuelo de ese origen) llega a ser la tercera parte de la población. En menor cantidad, pero no menos importante está el estado de Illinois, cuya ciudad más importante, Chicago, continúa siendo una receptora de gran cantidad de migrantes; en él, la población de origen mexicano llega al 14.5% del total estatal. Al pasar los años, los hijos y nietos de los migrantes ya no tenían un impedimento legal para trasladarse a otras ciudades, generando así que la población de origen mexicano tenga presencia en otros estados como Oregón, Washington, Idaho, Utah, Colorado y Kansas; en dichos estados la población de origen mexicano llega a superar el 10% del total estatal.
Una de las razones primordiales por las cuales los trabajadores mexicanos migran a los Estados Unidos es ayudar de manera económica a sus familias que se quedan en México; por ello, es que dentro del fenómeno de la migración México- E.U. son de gran importancia las remesas. En el 2017 se enviaron a México 28, 771 millones de dólares y el promedio de dinero que enviaba cada trabajador era de 307.8 dólares al mes. Dicha cantidad de dinero es de gran consideración en su conjunto y se ha mantenido arriba de los 20 mil millones de dólares desde el 2005. En cuanto a los estados mexicanos que más reciben remesas, Zacatecas se sitúa en el primer lugar con mayor porcentaje de viviendas receptoras, con el 13.4%; en segundo lugar está Michoacán con un 12.8% y Nayarit con un 10.1%. Las entidades que tienen menos hogares que reciben remesas de los E.U. son Campeche (1.9%), CDMX (1.7%) y Tabasco (1.5%).
La migración entre México y Estados Unidos es un fenómeno que puede ser analizado desde muchos puntos de vista; no se puede negar que representa un “negocio” bastante rentable, que llega a articular a las ciudades fronterizas. Este “negocio” comprende desde los recursos necesarios para lograr cruzar la frontera, hasta el dinero que gastan los migrados en productos culturales que les ayudan a mantener su identidad, tales como alimentos e incluso entretenimiento. Sin embargo, la situación actual provoca que existan muchas consecuencias que en E.U. son consideradas negativas y que derivan en discursos de odio hacia los migrantes. Uno de los hechos que más es utilizado por los sectores antiinmigrantes es que los trabajadores ilegales aceptan trabajar por salarios menores a los establecidos; es por ello que muchos sectores como los afroamericanos y caribeños critican esta práctica, y la denominan como “competencia desleal”.
Aprovechando tal situación, muchas empresas optan por mudarse a regiones donde hay mayor presencia de migrantes y poder ahorrarse gastos o controversias laborales. Es así como el discurso de odio ampliamente difundido se ha materializado en un endurecimiento de las leyes migratorias y con ello, de la política de deportación. Tan solo entre 2009 y 2012 se deportaron a 1 millón 159 mil mexicanos; el impacto que provocó en los migrantes este endurecimiento por las autoridades norteamericanas es uno de los factores por los cuales disminuyó el número de migrantes mexicanos, situación que se ve reflejada en la disminución de las deportaciones, ya que de 2013 a 2016 fueron deportadas 238 mil personas, un número menor al periodo anterior.
La migración entre México y Estados Unidos es un fenómeno que ha generado la existencia de una cultura migratoria, la cual está muy arraigada en ciertas regiones y localidades en el país; por ejemplo está el municipio de San Lucas Quiavaní en Oaxaca, en donde la mitad de los hogares reciben remesas. El fenómeno migratorio mexicano responde a la existencia de un mercado laboral que se ve incentivado o disminuido por el contexto histórico, pero jamás erradicado. En la etapa actual, el fenómeno se caracteriza por el endurecimiento de las políticas migratorias establecidas por Trump, al contrario del periodo donde E.U. fomentó la migración ilegal (décadas de 1980 y 1990); por lo tanto, estamos presenciando el final y el comienzo de otra etapa en la migración México-E.U., donde se requiere una defensa férrea de los migrantes por parte de los gobernantes mexicanos. El Estado mexicano y el gobierno no deben tolerar más los abusos del gobierno estadounidense y/o de las empresas.
No olvidemos que los migrantes mexicanos contribuyen a crear una riqueza importante en los E.U. y enseguida, a trasladar miles de millones de dólares a la sociedad y economía mexicanas; esta riqueza es más alta que la generada por la explotación del petróleo.
El Estado mexicano y las empresas nacionales no pueden ni deben permitir más abusos e injusticias de la contraparte estadounidense.
Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM