Poder del Papa: limitado por el entramado político de la institución católica

 

* Para analizar el poder del pontífice se deben conocer sus características específicas y su diferencia con el poder político civil.

 

México, D.F., 20 de noviembre de 2015.- La Iglesia católica es la única en el mundo con representación política con los Estados, y su máxima autoridad, el Papa, es el único soberano del planeta que concentra todo el poder canónico. Sin embargo, el sumo pontífice experimenta una enorme paradoja, ya que a pesar de poseer una autoridad suprema, esto no significa que pueda imponer su voluntad dentro de la institución católica, señaló Roberto Blancarte, investigador de El Colegio de México.

Durante su participación en la última sesión del seminario “Cultura y representaciones sociales”, coordinado por Gilberto Giménez y Hugo José Suárez, investigadores del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Blancarte señaló que la paradoja se explica debido a que todos los obispos concentran los mismos poderes dentro de sus diócesis, lo que genera un conflicto entre la primacía formal del Papa y la colegialidad de los obispos para la toma de decisiones.

En las instituciones religiosas a nadie se le puede obligar a permanecer por la fuerza, la dedicación de sus integrantes es voluntaria, lo que hace de la legitimidad de sus dirigentes un aspecto central. Este aspecto, aunado al hecho de que, a pesar su estructura piramidal, la Iglesia católica tiene una enorme descentralización, hace que el poder absoluto del sumo pontífice no se pueda ejercer de forma absoluta, señaló el investigador.

Por otro lado, Blancarte afirmó que la Santa Sede tiene una cultura política propia, construida a lo largo de varios siglos, pero al mismo tiempo las diversas iglesias en el mundo tienen su propia cultura política. Cuando el Papa lleva a la Santa Sede su propia cultura política, se genera un importante enfrentamiento, señaló el investigador, y categorizó como “populista” la cultura política del Papa Francisco.

En este sentido la posibilidad de cambio de la institución católica está limitada por todas estas variables políticas y, en una escala mayor, se sitúa en el contexto de la modernidad que presenta el problema de cómo enfrentar una sociedad que se ha secularizado y ha dejado de funcionar de forma integrada, aseveró Blancarte.

Desde esta perspectiva, más que en ruptura, las acciones del Papa Francisco se sitúan en continuidad con sus antecesores, ya que la idea de acercar la iglesia al pueblo siempre se ha propuesto como respuesta a las condiciones de la modernidad, afirmó el investigador.

Por su parte, Gilberto Giménez señaló que el carisma personal es un elemento que le permite a la Iglesia cierta flexibilidad y adaptación a la modernidad, e hizo énfasis en la diferenciación entre la institución religiosa, que busca marcar límites frente a los otros y se resiste al cambio, y la religión vivida desde los individuos, proceso flexible que se adapta a los cambios sociales.

En este sentido, Hugo José Suárez señaló que, ante el desfase entre la organización societal y la institución religiosa, el individuo creyente genera operaciones semánticas en las que identifica los elementos de una civilización parroquial pero se aleja de ésta para construir una forma de pertenencia religiosa propia.

La próxima edición del seminario “Cultura y representaciones sociales”, que se llevará a cabo durante el 2016 en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, tendrá como temática central “Teoría y análisis de la cultura, hoy”.

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