Un gimnasio convertido en centro de vacunación, un centro comercial donde la gente ya no va a comprar, una ciudad universitaria que no recibe a su comunidad y un parque o una plaza pública cuyas dinámicas fueron transformadas por la pandemia nos muestran las resignificaciones que están teniendo lugares y relaciones sociales. Un protagonista importante en estas postales en movimiento es el espacio público o semipúblico donde la convivialidad en plazas y jardines, pese a la pandemia, plantea cuestiones de su apropiación y reapropiación ante prácticas sociales que articularon motivaciones económicas, tradicionales y de esparcimiento, como usar la bicicleta en CU o ir al tianguis. Estos espacios, donde se expresan tales dinámicas, plantean nuevos y viejos códigos de interacción con los demás. Frente a la pandemia por Covid-19, en estos espacios sociales -lugares de intercambios y relaciones- se están gestando nuevos códigos de interacción: el tapabocas y la sana distancia expresan dinámicas relacionales que permiten reflexionar sobre la construcción que hacemos del Otro, como posibilidad o como riesgo, como un extraño, “sospechoso de algo”, activando de esta manera los estereotipos y prejuicios sociales preestablecidos, los cuales, en tiempos pandémicos parecen agudizarse.