Racismo de Estado, dispositivo para dominar a los grupos subalternos

Visita de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno María de Jesús Patricio “Marichuy” a la UNAM. Fotografía: Miguel Pantaleón/ Ollin Pix

Las políticas públicas que reproducen el arquetipo del indígena frágil son el pilar del paternalismo estatal


El racismo en México y América Latina está asociado directamente a la construcción de las naciones y a la estructura misma del capitalismo que genera una distinción interna y jerarquizar las relaciones de trabajo, aseveró Alejandro Karin Pedraza Ramos, becario posdoctoral del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El racismo étnico es una nueva dimensión racial que permite al Estado, a partir del discurso del reconocimiento de la diversidad multicultural, justificar la valoración sobre las diferencias culturales. “Ya no lo ocupa un carácter fenotípico, pero sí civilizatorio, que es el de la cultura occidental”, abundó el investigador.

Bajo este marco, Karin Pedraza propone una nueva categoría que denomina racismo de Estado “entendido como el dispositivo sustentado en un proyecto cultural hegemónico mediante el cual el Estado pone en marcha tecnologías que le permiten diferenciar, excluir, dominar, explotar, segregar y ejercer discriminación racial basada en motivos de raza, color, linaje, origen nacional, etnia, clase o género con la finalidad de combatir al grupo racializado, considerado fuente de degeneración social, incivilidad o atraso cultural”. El objetivo de esta práctica es anular o menoscabar el reconocimiento de los derechos humanos en las diferentes esferas de la vida pública de los grupos racializados, explicó Pedraza Ramos.

Algunas características del racismo de Estado que señala Pedraza son; la promoción de un ideal racial mexicano mediante proyectos de mestizaje; la regulación de la población mediante mecanismos biopolíticos, como la eugenesia positiva y negativa; y la implantación de características de dignidad e indignidad y de distinción mediante la etnificación del pueblo racializado.

De esta forma el Estado aplica políticas públicas basadas en el mestizaje que producen y reproducen un arquetipo del indígena mexicano frágil que necesita del paternalismo estatal para conservar su identidad, pero que deja intacta la jerarquía cultural y cristaliza la idea de “blanquear al indígena” para acceder a un mejor proyecto de vida, sentenció el filósofo.

La construcción del sujeto político indígena en México, señaló Pedraza, también ha servido a los pueblos indígenas para posicionar sus demandas a nivel local, nacional e internacional. Gracias a la categoría de etnicidad, que desde los años setenta se reconoce a través de los movimientos por la descolonización como una categoría de injusticia, “los indígenas se han dado cuenta que la etnia puede ser capitalizada políticamente, recuperando principios primordialistas, anhelos del pasado e injusticias históricas”, recalcó el investigador.

Las comunidades en México y América Latina se han apropiado de términos que les permiten posicionar y exigir el reconocimiento de sus características étnicas, ya no únicamente el reconocimiento de sus nacionalidades al interior de su país, sino para pedir que se les reconozcan sus categorías étnicas en la relación de dominación y discriminación de poder entre la cultura hegemónica y las etnias diferenciadas. “Empieza una conciencia muy clara de politización de identidades”, concluyó Pedraza Ramos.

Estás reflexiones se dieron durante el coloquio posdoctoral “Nuevas agendas de investigación en Ciencias Sociales”, moderado por Carlos Arturo Martínez Carmona, posdoctorante del IIS-UNAM y comentado por Silvia Inclán Oseguera, secretaria académica e investigadora del IIS-UNAM. El coloquio se llevó a cabo del día 27 de marzo de 2019 en el anexo al auditorio del Instituto.


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