* Los logros alcanzados en materia de cultura democrática tras el desastre de 1985, hoy se encuentran en retroceso.
México, D.F., 29 de septiembre de 2015.- Los sismos ocurridos la mañana del 19 y la noche del 20 de septiembre de 1985, generaron una catástrofe social con consecuencias que no habían sido experimentas en la ciudad de México. El acontecimiento, que mostró las deficiencias del aparato gubernamental, catalizó experiencias previas de organización vecinal que se articularon en un movimiento social con importantes repercusiones en la historia política de la ciudad de México.
A tres décadas del acontecimiento, se llevó a cabo el foro de discusión “Los sismos de 1985, 30 años después” coordinado por Manuel Perló, Director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, con la colaboración de Alejandro Varas, integrante del Comité 19 de septiembre, y Carlos Martínez Assad, investigador del IIS-UNAM.
Los actores de la reconstrucción.
Tras los sismos, los habitantes de las áreas afectadas tenían una completa desconfianza en las autoridades, por lo que fue necesario un trabajo de diálogo entre los afectados y el gobierno, proceso complicado que se cristalizó con la firma del “Convenio de Concertación Democrática para la Reconstrucción”, documento firmado por la mayoría de representantes de los diversos actores que intervinieron en la reconstrucción, señaló Alejandra Moreno Toscano, quien fungió como directora del SEDUE en aquella época.
El proceso de reconstrucción tuvo como eje de actuación la expropiación y construcción de nuevas viviendas y se enfrentó a resistencias gubernamentales internas y el temor de la gente, afirmó Manuel Aguilera, quien fue director de Renovación Habitacional Popular. Y agregó que a pesar de que la expropiación enfrentó problemas de legalidad, tras el proceso se firmaron más de 5500 escrituras.
Por su parte, Armando Ramírez Palomo, quien fue dirigente de la Unión de Vecinos de la Colonia Guerrero, señaló que nada de lo hecho por el Programa de Reconstrucción hubiera sido posible sin la existencia de una coordinadora de damnificados y afirmó que el proceso tuvo limitantes como el insuficiente tamaño de las viviendas, la imposibilidad de crecer y la falta de mejoramiento del entorno.
En el caso de las unidades habitacionales de Tlatelolco, la organización de los damnificados fue decisiva para no permitir la reubicación de los colonos y presionar al gobierno para enfrentar sus responsabilidades al no haber dado mantenimiento a las edificaciones, afirmó Cuauhtemoc Abarca, dirigente de los damnificados en Tlatelolco.
30 años después.
A 30 años de la catástrofe, se ha construido en torno a los sismos una narrativa que los ha mitificado e impide la exposición de problemáticas aún vigentes, coincidieron Antonio Azuela, investigador del IIS-UNAM y Daniel Rodríguez, profesor de la ENTS-UNAM. Al respecto el doctor Azuela señaló que en materia de expropiaciones, los actores involucrados no han aprendido nada ya que siguen existiendo serias problemáticas institucionales al respecto.
Entre los problemas hoy presentes se encuentra que, no se han retomado los aportes de las ciencias sociales en materia de desastres, no se tomaron en cuenta a las organizaciones sociales en la formación de los actuales organismos de prevención de desastres, y en catástrofes posteriores a 1985 no se ha permitido la participación de los damnificados, coincidieron durante sus presentaciones Daniel Rodríguez y Manuel Garza.
El principal punto de coincidencia de las intervenciones fue el actual retroceso en materia de participación ciudadana en la ciudad de México, ya que después de la transición democrática posterior a los sismos, las actuales élites políticas no han generado mecanismos eficientes que permitan la participación de la sociedad organizada. Aspecto evidente con los diversos conflictos urbanos generados a partir de grandes proyectos en los que no se toma en cuenta a la población, coincidieron los especialistas.
Técnico Académico del Departamento de Difusión del IIS-UNAM | cabrera@sociales.unam.mx